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Luis Davelouis: Carlos Moreno es legión

“Descubrir que quien maneja la imagen del ministro se encarga de las comunicaciones de una empresa del mismo sector que tiene contenciosos con el Estado sería fatal para el gobierno”.

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Fecha Actualización
El caso Carlos Moreno solo ha puesto de relieve la manera en la que se han venido haciendo muchísimos negocios que han tenido como contraparte perjudicada al Estado por muchos años.

Cuando se hizo público el primer vladivideo –en el que Montesinos le entregaba dinero en efectivo a Alberto Kouri para que se pase a la bancada fujimorista–, tampoco descubrimos nada; constatamos lo que muchos sabían o sospechábamos. Montesinos fue acusado y procesado nada menos que por traición a la patria y expulsado de las FF.AA. Y aún con eso, Fujimori lo acogió y la bancada fujimorista lo protegió hasta que les fue imposible seguir previo pago –eso sí– de una CTS de US$15 millones que luego Alberto Fujimori le devolvería al Estado de su propio bolsillo; nadie sabe cómo.

Pero ese es solo un ejemplo sobresaliente entre miles que seguramente han pasado desapercibidos o nunca encontraron consecuencia en la justicia. Tal vez en todos los gobiernos de nuestra historia.

¿Dónde empezar? Cerca. Identificar a quién o quiénes les es conveniente y/o funcional la opacidad del Estado no solo para contratar servicios o adquirir bienes, sino para gestionarse a sí mismo, funcionar en el día a día. Revisar la hoja de vida de todos los funcionarios y asesores que tengan acceso a personas con poder de decisión en el Estado sería un primer pequeño paso. Al menos para evitar un Moreno II.

En aras de la transparencia que construye confianza, exigir que todas las personas y empresas que gestionen las comunicaciones e imagen de ministerios y ministros revelen a estos su lista de clientes. Descubrir que quien maneja la imagen del ministro se encarga de las comunicaciones de una empresa del mismo sector que tiene contenciosos con el Estado sería fatal para el gobierno.