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Luis Davelouis: Yo soy más bueno
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La ola de voluntarios dispuestos a ayudar a los damnificados de Chosica le devuelve a uno la fe en la humanidad pero el desfile de miserables que buscan colgarse de la desgracia ajena para explotarla, no produce nada menos que asco.
En el 2007, después del terremoto de Pisco, llegaban a la redacción de El Comercio decenas de notas de prensa de empresas de todos los rubros (constructoras, mineras, empresas de energía, de consumo, del sistema financiero, etc.) en las que se detallaba la naturaleza de la ayuda que cada una de ellas estaba enviando (500 bolsas de leche=S/.1,000). Eso y sus sentidas condolencias al "pueblo heroico" de Pisco en esa "hora aciaga" (el discurso barato lo recuerdo bien). Por supuesto, hubo empresas y gente que sin decir pío, sin enviar vehículos marcados ni envolver la ayuda en plásticos con sus logos, se lanzaron a la tarea de ayudar sin buscar reconocimiento alguno. Y si aun así nos enterábamos, se negaban a aparecer o a comentar.
Jamás publicamos ninguna de esas notas por una sencilla razón: intentar venderse así, en esas circunstancias, como el buenito dispuesto a ayudar, no es nada menos que explotar la desgracia ajena. Si te nace ayudar, hazlo y cállate pues hay pocas cosas más ruines que rentabilizar para sí mismo la muerte y desgracia ajenas.
Nuestros representantes y autoridades no andan lejos. Kenji comparte una foto subido en un camión con la leyenda "preparándonos para llevar ayuda a nuestros hermanos de Chosica". El alcalde Castañeda, que en 2007 determinó que en la zona de las desapariciones sí se podía construir casa, lleva un tractor con su logo y le echa la culpa a los pobladores que construyeron allí. Los buitres no pueden evitarlo, es su naturaleza. ¿Cuál es la suya?
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