/getHTML/media/1238511
Lo último del paro de Transportistas
/getHTML/media/1238503
Rubén Vargas sobre inseguridad: "Se necesita inteligencia no estado de emergencia"
/getHTML/media/1238497
Gilmer Meza de Sutep Lima: "Ministro de Educación -Morgan Quero- debería de renunciar"
/getHTML/media/1238485
Alfonso Bustamante CONFIEP sobre inseguridad: "No hay liderazgo, hay ineficiencia"
/getHTML/media/1238306
Mariana Costa de Laboratoria habla sobre sus encuentros Obama y Zuckerberg en La del Estribo
/getHTML/media/1238304
Los mejores libros del siglo XXI según The New York Times | Biblioteca de Fuego
/getHTML/media/1238303
¿Cementos y fútbol femenino? Gabriel Barrio de Unacem en Marcas y Mercados
/getHTML/media/1238207
118 mujeres han sido víctimas de feminicidio en lo que va de 2024
/getHTML/media/1238198
Lo último: allanan la casa de 'Chibolín'
/getHTML/media/1237508
Hugo de Zela sobre viaje a EE.UU.: "Se intentó explicar al Congreso, pero Dina no quiso"
/getHTML/media/1237506
Abraham Levy: "Hay mucho desinterés sobre los incendios forestales"
/getHTML/media/1237484
Darío Sztajnszrajber, filósofo: "Aprendamos a vivir el amor también con sus sombras"
PUBLICIDAD

Luis Davelouis: #Ni una menos

“No quiero que mi hija sienta que tiene que ser chiquita, flaquita y linda para no ser invisible. No quiero que mi hija sienta, nunca, que el mundo no puede ser suyo si es de una determinada manera”.

Imagen
Fecha Actualización
Me he burlado incontables veces de eso de la "invisibilización" de la mujer, el "falocentrismo" y todo eso. Teatro, pose de drama queen que quiere que le inclinen la cancha a favor y por eso está detrás de cuotas de género para todo. Y me burlaba porque no tenía idea.

Hoy tengo una hija y me aterra lo que veo. No quiero que le den ventajas ni consideraciones especiales por ser mujer, quiero que la traten como tratarían a su padre. Ni más ni menos. En la calle, nadie se siente con derecho a decirme nada. Ni a insultarme, ni a piropearme ni a mirarme lascivamente. Nadie se siente con derecho de abordarme si me ven emborrachándome solo sobre la barra de un bar. Nadie se siente con derecho a abordarme nunca. Mucho menos a tocarme. A nadie se le ocurre que yo necesite salir acompañado a la calle ni de día, ni de noche, ni a la hora que sea. Cuando alguien me tocó de mala manera en el Metropolitano, le reventé el hocico de un codazo y no pasó nada. Nunca nadie sintió necesario preguntarme si era casado o si esperaba o quería tener hijos cuando me presenté a alguna entrevista de trabajo.

No soy Brad Pitt: soy grande, gordo y feo, y no me siento menos que nadie. Soy grande, gordo y feo, y siento que el mundo es mío. No quiero que mi hija sienta que tiene que ser chiquita, flaquita y linda para no ser invisible. No quiero que mi hija sienta, nunca, que el mundo no puede ser suyo si es de una determinada manera, o si no es de una determinada manera.

Les pido a todas ustedes perdón. Y a mi hija también. Porque ha llegado a un mundo de mierda que su propio padre ha ayudado a construir con su tremenda y terrible ignorancia.