La filosofía budista asegura que los seres humanos tenemos tres venenos que nos rigen: la ignorancia, la aversión y la avidez. Andar buscando, como lo hace el Congreso y antes el Ejecutivo, “lo que le gusta a la gente” nos coloca en un contexto de proporciones históricas incomparables. Estamos en el peor escenario por las estadísticas del coronavirus y, ahora, porque hay millones de soles que pueden provocar una vuelta de tuerca financiera sin retorno a una estabilidad relativa.
Con argumentos pobres de congresistas que no tienen ni pena ni gloria, como los pertenecientes a Podemos Perú, este Congreso logró la aprobación del retiro de fondos de la ONP, que se calcula que costará entre 13 mil y 20 mil millones de soles del presupuesto nacional.
Es verdad que el Ejecutivo ha asegurado que la observará, pero también es evidente que el Legislativo insistirá y la promulgará. De ahí al TC –que tiene seis magistrados de salida y deberán ser reemplazados por ese mismo Parlamento– tendrá la última palabra en declarar la inconstitucionalidad de esa y otras iniciativas, como la aprobada por 125 votos –impulsada asimismo por el “todopoderoso” Luna– sobre la potestad de investigación de los cinco últimos años a los organismos regulares y supervisores (también Sunedu).
Como vemos, todos los caminos no solo conducen a ‘olfatear’ qué otorga réditos rápidos con la ciudadanía desesperada, a ocho meses de una elección presidencial, sino, también, las mismas motivaciones subalternas y subjetivas de los promotores.
Coincido en que no es solo culpa del Parlamento, sino también de un Ejecutivo que no se compra los pleitos que debe para garantizar la estabilidad jurídica y económica de un país con los peores números de la pandemia. La avidez por el aplauso rápido es tan grave como cualquier adicción. En este momento de desbande, hay pleitos que se tiene que comprar Vizcarra frente a este Congreso que él mismo propició.