Palacio de Gobierno, miércoles 28 de agosto. La presidenta Dina Boluarte y el influyente subsecretario de Estado de EE.UU. para Asuntos de Crecimiento Económico, Energía y Medioambiente, José Fernández, firman un memorando de entendimiento que no es otra cosa que un acuerdo bilateral para “asegurar el suministro de minerales cruciales para la transición energética”, entre ellos el cobre y el litio hacia el mercado occidental y sobre todo al país del norte.
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Es miércoles 28 de agosto, ojo. El documento fue trabajado durante meses atrás bajo la atenta mirada del entonces canciller Javier González-Olaechea, un hombre ideológicamente emparentado con los valores norteamericanos. Días después, exactamente el 3 de septiembre, en medio de rumores de aquí y de allí (porque Lima es hija de sevillana y nieta de sultana) González-Olaechea sería invitado al retiro. Otro dato que añadir: González-Olaechea colocó al Perú en la primera línea contra el fraude madurista, quitándole importancia a un Boric que quiere ser el “rostro de la nueva izquierda latinoamericana”.
Quizá también es bueno añadir otro dato. Ya se sabe que Lula, el presidente brasileño, y Boluarte hablaron telefónicamente sobre “diversos temas” entre ellos Venezuela.
¿A qué vamos con todo lo anterior? Que es altamente probable que la posición pronorteamericana al interior del Gobierno, (sobre todo de González-Olaechea) puso los nervios de punta a algunos países “socios” comerciales y políticos imprescindibles para el Perú, más allá del gobierno estadounidense.
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A todo lo anterior valdría agregar informaciones para encerrar el “frame”, el “contexto”. Ha pasado casi desapercibido que, en junio de 2022, el presidente Biden anunció la creación de la Alianza para la Prosperidad Económica en las Américas o la “Alianza de las Américas” durante la Cumbre de las Américas en Los Ángeles. Esta “Alianza” no es sino la estrategia norteamericana para hacerle frente en esta parte del continente a “La Ruta de la Seda” china, cuya ficha prominente en Sudamérica es la construcción de uno de los puertos privados más importantes del mundo.
Así, la geopolítica está operando a todo trapo, como se dice. A pocas semanas del APEC, todo cambio que se vea obedecerá más a la geopolítica. Ha pasado más de una década de la publicación de un libro esencial: La venganza de la geografía de Robert Kaplan. La geografía del Perú es como una “venganza”. No somos un país plano. Somos un país de una franja desértica donde hacer agricultura de exportación es un milagro de las empresas nacionales. Contrario a eso somos un país de minerales críticos y tenemos posición central en este subcontinente. Todo lo que pase de ahora en adelante tendrá que ver con la geopolítica.
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