Los gallinazos sin plumas también votan
Los gallinazos sin plumas también votan

@CamilaBozzo1

Cuando uno intenta desentrañar al elector peruano, suele detenerse en la clásica división izquierda-derecha o conservador-liberal. Pero hay un sector del electorado cuyas necesidades trascienden ese ejercicio de maniqueísmo teórico y que, a la postre, puede inclinar la balanza.

Es el sector de la población que quiere ser incluido material y emocionalmente en esa construcción social llamada nación. Los que quieren que el Estado los alcance con servicios básicos (colegios, postas, Policía), pero que también tienen necesidades abstractas: quieren sentir que pertenecen al proyecto país, dejar de ser excluidos y discriminados. Quieren, en fin, abrazar la modernidad de la que muchos de sus conciudadanos ya gozan.

El populismo es la tendencia política que mejor ha sabido explotar las necesidades legítimas de esa población precarizada y, en esta elección, es Lescano quien mejor encarna esta opción. Él se presenta como su redentor y propone un Estado más presente, que promueva la industria nacional y que renegocie los contratos mineros “injustos”. Recurre, además, a una prédica reivindicatoria y echa mano de la simbología andina con eso de ama quella, ama sua, ama llulla. Su discurso está plagado de eslóganes belaundistas y acaso resonancias velasquistas.

No importa si su plan de gobierno es un mamarracho o si sus propuestas no son viables, lo que pesa más es su discurso inclusivo y empático (preguntémonos por qué Velasco es considerado un gran presidente para muchos si su gobierno fue uno de los más ineficientes, corruptos y autoritarios). El populismo tiene más de retórica y de emociones que de resultados o de ideología. Por eso Lescano conecta tan bien con la sierra sur, antes bastión de Mendoza.

El desafío de nuestra democracia es incluir a ese sector, al que Ribeyro se refiere metafóricamente como los gallinazos sin plumas, en la modernidad. Solo así podremos conjurar el populismo.

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