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Redacción PERÚ21

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Escritor

A primera vista, puede desconcertarnos el título que José Miguel Oviedo ha elegido para el recuento de su vida, Una locura razonable: memorias de un crítico literario (Lima: Aguilar, 2014), con seguridad el libro más importante que ha aparecido en el Perú este año. Pero más nos desconcierta la escasa resonancia que ha tenido en el medio local, donde no se ha aquilatado debidamente este singular esfuerzo literario. Después de todo, obras de este calado son poco frecuentes en nuestra tradición, en la que el género autobiográfico apenas ha sido cultivado por un puñado de escritores, Ribeyro y Vargas Llosa entre ellos. Oviedo se ha atrevido a abordarlo y lo ha hecho con la perspectiva que le dan sus 80 años, es decir, con la madurez suficiente para acometer la difícil tarea de redescubrir el pasado.

A los lectores de las últimas generaciones habrá que recordarles que José Miguel Oviedo es uno de nuestros mayores hombres de letras y uno de los críticos más influyentes de América Latina. Abrazó este oficio desde muy joven, junto con la docencia universitaria. Durante 15 años, publicó sus crónicas y artículos cada semana en El Dominical de El Comercio. Entre otros aciertos, impuso una lucidez y rigor desusados en el ámbito limeño, donde solían prevalecer el amiguismo y el intercambio de favores. Como era de esperar, su independencia y franqueza suscitaron algunos resquemores, pero fueron los pilares que sustentaron una actividad crítica coherente y estimulante, en la que imperaba el buen gusto, la profundidad analítica y una prosa clara y fluida.

En estas páginas, al reflexionar sobre su oficio, Oviedo advierte que "si ser poeta, ser novelista, especialmente en el Perú de esos años, era asumir una vocación singular, peregrina e improbable, ¿qué decir, entonces, de la vocación de ser crítico literario? (…) Podía tal vez entendérsela como una forma de locura, una forma de locura razonable, cuya realidad y perspectivas a muy pocos importaba, lo que la hacía más fácil de ser tolerada".

Oviedo examina su itinerario personal y lo hace con su habitual exigencia crítica, solo que esta vez no se trata de un libro, sino de su propia vida. Vuelve sobre el pasado con una asombrosa sinceridad, sin escamotear las incongruencias y contradicciones que anidan en toda existencia. Y, a la vez que confronta sus pulsiones más íntimas, ahonda en la naturaleza de su pasión literaria. Estas memorias configuran un valioso testimonio de una época fecunda, en la que, a pesar de las carencias de un país como el nuestro, emergió una notable pléyade de escritores, artistas e intelectuales (la Generación del 50). Y, por cierto, no se limita al escenario local, ya que nos da una visión de primera mano de la gestación del 'boom' latinoamericano (el autor fue amigo cercano de Cortázar, Fuentes, García Márquez y Vargas Llosa), movimiento que él contribuyó a impulsar desde la tribuna crítica.Finalmente, queremos destacar que Una locura razonable posee un aliento narrativo que captura al lector. Está claro que una vida solo será interesante si es que uno sabe cómo contarla.