El Valle de Lurín podría dejar de ser una zona paisajista, cultural y ecológica, y convertirse en una zona urbana, advierte el columnista.
El Valle de Lurín podría dejar de ser una zona paisajista, cultural y ecológica, y convertirse en una zona urbana, advierte el columnista.

Que una ciudad tan dispersa y poco densa como Lima esté a punto de ocupar y destruir una zona paisajista y arqueológica como Lurín no debería sorprender a nadie.

El Concejo de Lima aprobó el Reajuste Integral de Zonificación RIZ de Lurín. En resumen, deja de ser una zona paisajista, cultural y ecológica, y se convierte en zona urbana.

Podemos imaginarnos la presión que debe haber de urbanizadores que saben que hay una demanda insatisfecha de familias que no logran adquirir una vivienda dentro del casco urbano, por los altos costos ocasionados, en gran medida, por la escasez de suelo urbano.

Pero los que hoy se oponen al RIZ, entre los que me incluyo, no dicen nada cuando el alcalde de San Isidro, en un gesto elitista, presenta una demanda ante el Tribunal Constitucional para impedir que se ejecuten programas de vivienda social en su distrito.

O cuando el alcalde de Barranco prohíbe que se construyan unidades pequeñas limitando los metros cuadrados mínimos que deben tener los departamentos, que en la práctica es una prohibición para que los solteros, recién casados o gente de escasos recursos puedan vivir en su distrito.

Si una ciudad como Lima no crece hacia arriba y se densifica, el tejido urbano va a ocupar todas las áreas adyacentes sin importarle los criterios ambientales, arqueológicos u otros.

Esperamos que en el nuevo Plan Metropolitano de Desarrollo Urbano esté presente el objetivo de hacer una ciudad más compacta. Y la siguiente vez que veamos un alcalde limitando la construcción de viviendas, sobre todo para los que menos tienen, entendamos que lo que se está ocasionando es que se ocupen áreas como Lurín, que debemos preservar.