En los meses de verano, en presencia de La Niña, que no es otra cosa que el enfriamiento anómalo del océano Pacífico a lo largo de la línea ecuatorial, entre el centro del océano y la costa de Sudamérica, se suelen incrementar las lluvias en la sierra y selva nacionales. Esta vinculación, que ya hemos observado repetidamente en episodios previos a La Niña, se está empezando a vislumbrar.
Al cierre de esta edición, los ríos de la costa sur particularmente –y del centro en alguna menor medida– ya empiezan a mostrar sus impetuosos caudales de veranos de La Niña.
No solamente eso, ya hemos tenido múltiples episodios de inundaciones ribereñas y huaicos en los Andes orientales del Perú donde, por ejemplo, el río Huallaga ya alcanza niveles de inundación en su cuenca más baja entre San Martín y Loreto.
Por otro lado, debajo de la superficie del océano, una masa de agua cálida u onda Kelvin está en camino de la costa peruana hacia donde debe llegar entre fin de febrero y marzo próximos.
Si los vientos son debidamente permisibles, un calentamiento del mar y lluvias en la costa norte son posibles antes de que termine el verano. Ello sin la magnitud de lo que vimos el último verano.