Martin Vizcarra resaltó los US$ 5,300 millones de inversión que representará para el país. (Foto: EFE)
Martin Vizcarra resaltó los US$ 5,300 millones de inversión que representará para el país. (Foto: EFE)

PPK lloraba cada 28 de julio. Se le quebraba la voz. En 2016, al jurar el cargo. En 2017, al pedir toque de silencio por las víctimas de El Niño costero. Pero la emoción no se convirtió en pasión, ni en proyectos, ni los sueños se hicieron realidad.

Nosotros también llorábamos ese 21 de junio, cuando La Marsellesa quedó sepultada por el Somos Libres, hermoso y potente como nunca. El “Contigo Perú” venció dictaduras, fascismos, racismos, mezquindades y egoísmos, porque lo cantamos juntos, solidarios, desde la democracia de todas las sangres. Qué pito que Francia nos eliminara del Mundial. Esa mañana fuimos felices. Abrazaste al camiseta del costado, lo besaste. ¿Cómo no te voy a querer, Perú? Esa mañana fuimos invencibles.

Los peruanos venimos de guerras crueles. La de la hiperinflación y la del terrorismo. Mi generación no tenía trabajo; si había, pagaba mal; el valor del dinero se desvanecía cada segundo y si ahorrabas, no había qué comprar. Los atentados nos enseñaron el miedo. La muerte era nuestra vecina y casera. Pero en algún lugar se cobijó eso de no nos ganan. Así fue. Conseguimos paz y prosperidad. Pero nos relajamos en la comodidad. Creímos que con la economía era suficiente. Permitimos que nuevos enemigos crecieran calladitos.

Ahora tenemos pendiente otras guerras: corrupción, narcotráfico, informalidad, criminalidad, y serias deficiencias en salud, nutrición, educación, justicia e infraestructura. Quizá los equipos de gobierno ya tienen inteligencia, programas y soluciones. Pero para ganar falta gritar y saltar. Necesitamos, señor presidente, que llore para llorar con usted. No de fragilidad, sino con las lágrimas del coraje que se necesita para ganar unidos, contigo, Perú. Que la victoria sea nuestra gratitud.