FOTO: LINO CHIPANA / EL COMERCIO
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Lamentables sucesos los acontecidos todos estos últimos días. Indignación, violencia, muertes y desaparecidos. Con la elección de Francisco Sagasti como nuevo presidente de la República, las aguas deberían volver poco a poco a su nivel por el bien de este maravilloso país.

Aparentemente la gota que derramó el vaso con agua fue que el Congreso haya sacado a Vizcarra. Sin embargo, al margen de su salida, vimos que ese acto y los posteriores demostraron que los congresistas y luego el brevísimo gobierno de Merino podían seguir tomando decisiones sin pensar en los intereses de los ciudadanos, sino en los propios.

Es que hay algo que están olvidando y que cada peruano que quiere ser parte del gobierno o del Parlamento tiene que entender:

Que quien trabaja para el país es un servidor del mismo, es un administrador de los recursos pagados por cada ciudadano a través de su trabajo, de sus impuestos, de su entrega para lograr sus sueños y para sacar adelante a su familia.

Que tiene que rendir cuentas de cada plan, acción y resultado a los ciudadanos. Tiene que entender que tiene sumar y contribuir a aprovechar nuestras ventajas comparativas y competitivas.

Que tiene que respetar a cada peruano haciendo su trabajo con integridad y esmero.

Pero se ve que hay confusión y/o desconocimiento al respecto, al menos, en muchos de ellos.

Antes de ofrecer sus servicios a este país deben hacerse algunas preguntas y si cada una de las respuestas tiene un gran “SÍ” pueden sentirse capaces de dar ese primer paso: ¿Seré capaz de servir al país priorizando el bienestar de las mayorías? ¿Seré capaz de firmar contratos que beneficien y valoren al país? ¿Seré capaz de llevar a cabo las promesas que hice? Estas y otras tantas preguntas para garantizarse y garantizarnos su genuino servicio.

Cada decisión tomada desde sus posiciones: en el Ejecutivo, el Legislativo, el Poder Judicial, etc., influye en la calidad de vida de los ciudadanos. Bajo el sistema en el que vivimos, es el bienestar económico el que va a dar el soporte al país para ayudar a cada célula de la sociedad (la familia), pues la educación, la salud, la alimentación, todo, tiene un costo. Si las decisiones de los gobernantes son parcializadas, todo se reflejará en escasez, en más y más pobreza.

El reto de cada ciudadano es empezar a observarse, en cada acto y en cada decisión, en casa o en nuestros entornos, y preguntarnos: ¿realmente merecemos ser gobernantes, somos personas íntegras? Si se llega al poder sin ese análisis y se le falla al elector, al ciudadano de a pie, tendremos de nuevo cacerolazos y marchas como armas de protesta. No lleguemos de nuevo a eso.

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