Más de 3 millones 846 mil 614 estudiantes consumirán 28 nuevos alimentos que ha incorporado Qali Warma. (Foto: El Comercio)
Más de 3 millones 846 mil 614 estudiantes consumirán 28 nuevos alimentos que ha incorporado Qali Warma. (Foto: El Comercio)

La propuesta para que las escolares puedan elegir libremente cambiar la falda por el pantalón es de lo más atinado que deja esta semana. La idea presentada por Alberto de Belaunde ha sido celebrada por mujeres que en el pasado tuvieron la obligación de la falda escolar y por niñas que en la actualidad están obligadas a usarla. Así que la propuesta no tiene nada de absurda para una buena parte de quienes realmente importan.

Más bien, lo que sí es revelador es que quienes se han esforzado más en ridiculizar la propuesta son en su mayoría hombres, como si ellos fuesen los obligados a usarlas. Deberían preguntar a las mujeres que tienen a su alrededor qué piensan sobre esta idea. Si las escuchan, se sorprenderán.

Solo en un distrito de Huánuco, según una investigación realizada para Save The Children Perú, más del 80% de escolares de entre los 11 y 18 años dejarían de usar falda si no fuese obligatorio. La falda les incomoda al saltar, al correr y al subir escaleras porque saben que no falta el palomilla que espera un poco más abajo para echar una mirada hacia arriba. Mientras los hombres juegan, ellas se sientan. Estas mismas niñas dicen que cuando usan buzo o pantalón no tienen esos problemas. Si pudiesen dejar la falda en casa, lo harían porque así se sentirían más cómodas y seguras. Tan sencillo como eso. La investigación fue realizada por Lizbeth Yllanes, egresada de la Maestría "Sistema de Protección de Derechos del Niño, Niña y Adolescente frente a la violencia" de la UNHEVAL y jefa regional de la Defensoría del Pueblo en Huánuco.

La ropa nunca ha sido neutral. Es una forma de transmitir nuestra identidad. En el caso de las mujeres, además, las exigencias en torno a su vestimenta han estado siempre vinculadas a reforzar los roles que se esperaban de ellas en la sociedad. Darles a las niñas la posibilidad de elegir la ropa con la que se sienten más cómodas es, además de práctico, enseñarles que su valor no se determina en función a qué tan complacientes son con esas expectativas.

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