Plaza Mayor de Lima. (Daniel Bazán)
Plaza Mayor de Lima. (Daniel Bazán)

“Vieja ciudad, calma, ilusión, bella verdad, mi inspiración, la Lima Antigua que se va”. Así empieza la letra de Chabuca Granda en esa composición que la hizo ganar su primer concurso allá por la década de los 50.

Chabuca, la grande, la inmensa, era esa joven letrista (como le gustaba que la llamen) que ya miraba el futuro de esta metrópolis con tristezas, con nostalgias y con angustias.

En 2019, en la víspera de cumplir 484 años de fundada, esta Lima de monumental desorden urbanístico, de ‘flotas satánicas’ (Luis García Miró) compuesta por buses, combis, mototaxis y automóviles, de colapsos de desagües en el distrito más grande y popular, de Internet y redes sociales intensas, de grandes corrupciones, de polarizaciones y venganzas contenidas, mañana 18 de enero está de cumpleaños.

El caos en esta nuestra capital parece un estado natural y nos estamos acostumbrando a la falta de sosiego, a la ciudad agresiva, informal y violenta en la que todos la hemos convertido.

Lima metropolitana, con sus casi cinco millones de pobladores, y la gran Lima, con sus casi diez millones de habitantes, necesita reinventarse, con urgencia. Necesita, como dice otro vals “alma, corazón y vida”. Un nuevo alcalde de esta enorme ciudad con una nueva visión puede lograr que deje de ser horrible y se convierta en esa ciudad vivible, amigable, a la que todos aspiramos.

Hoy nuestros compatriotas del distrito más grande, San Juan de Lurigancho, están pasando una emergencia gravísima. Este nuevo colapso también tiene que ver con negligencias, corrupciones, informalidad y displicencia de autoridades y también de los vecinos.

Lima, toda, es un desafío del Gobierno Nacional, provincial, distrital y por supuesto, también, de cada uno de nosotros. Dejemos nuestras castas y busquemos formar una sociedad unida por la aspiración de pasar de una suma de pobladores de distintas clases económicas y sociales, a una capital con futuro, para nuestros hijos. Una Lima de veras…