Para suertes, la de Arequipa. Y que en los duros tiempos que corren parece no tener fin. Esta vez se trata del megaproyecto de irrigación Majes-Siguas II, que, aparte de los beneficios que reportaría a la agricultura de la zona, por su sola envergadura iba a generar unos 100,000 nuevos puestos de trabajo, al día de hoy está a punto de irse al tacho de basura. El Consorcio Angostura Siguas, del grupo español Cobra, al que se le otorgó la concesión hace una década, ha decidido retirarse del proyecto e iniciar el proceso de caducidad contemplado en el contrato.

La mayor responsabilidad en el curso que han tomado las cosas la tiene, sin duda alguna, la insalvable ineptitud y obstruccionismo de la gestión regional que encabeza Elmer Cáceres Llica, que no permite destrabar un proceso administrativo que tiene ya 10 años de paralizado.

La desidia del gobierno central agrava aún más la situación, pues hace rato que Martín Vizcarra debió asumir el liderazgo que le corresponde como presidente de la República y tomar el control de un proyecto que, por su magnitud, es de interés nacional: ante la debacle de nuestra economía por efecto de la pandemia, no entendemos por qué no es considerado estratégico para la reactivación del aparato productivo del país.

A la empresa no le falta razón. Desde que la buena pro fue otorgada, en 2010, se firmaron sucesivas adendas por distintos motivos. Sin embargo, la modificación de las condiciones contractuales acordadas en abril de 2015, es la que está vigente, pero el impasse se generó a los pocos meses de ese mismo año, cuando las autoridades del Gobierno Regional, del MEF y del Minagri no lograron cumplir con obligaciones que incluían la entrega del control del proyecto, la aprobación de expedientes técnicos y desembolsos, de optimizaciones y una serie de elementos adicionales.

Desde entonces, pese a nuevos acuerdos, actas firmadas, declaraciones conjuntas, adendas, anuncios de reinicio y similares, las obras continúan paralizadas. El daño para la región y el país es enorme. De Cáceres Llica se puede esperar casi cualquier cosa a estas alturas, pero del presidente del Perú, lo mínimo que se exige es liderazgo y decisión.

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