Susana Villarán tiene impedimento de salida del país y comparecencia con restricciones por los presuntos aportes de las empresas brasileñas Odebrecht y OAS a la campaña del 'No a la revocatoria'.  (Foto: GEC)
Susana Villarán tiene impedimento de salida del país y comparecencia con restricciones por los presuntos aportes de las empresas brasileñas Odebrecht y OAS a la campaña del 'No a la revocatoria'.  (Foto: GEC)

Esta semana, entre la avalancha de declaraciones brindadas por Barata en Curitiba, la situación de la exalcaldesa de Lima Susana Villarán ha sufrido un durísimo golpe: el mandamás brasileño ha declarado haberle dado dinero mientras era alcaldesa para la campaña del No a la revocatoria. Eso la coloca, después de Alejandro Toledo, en la fila de quienes más pruebas tienen pesando en su contra. Así, las voces de sus detractores y de quienes consideran que hizo una mala gestión (no fue mala, fue pésima) reclaman que la señora Villarán purgue prisión preventiva de inmediato como los demás involucrados.

Vamos en esta fábrica de alfileres a hacer una invocación a la coherencia: hemos dicho en más de una oportunidad que la prisión preventiva debe ser una medida excepcional y de última ratio. Hemos dicho también que hay varias opciones menos lesivas y, finalmente, que la carga probatoria de los delitos que se imputan recae en el Ministerio Público. Es, naturalmente, lo que toca: uno no puede probar su inocencia. Es una contradicción lógica infranqueable. Entonces: mientras varias voces piden que la suerte de la señora Villarán sea la misma que varios otros involucrados, aquí pediremos lo contrario. Es, pues, lo coherente.

No pedimos que se mida con la misma vara a todos y que así la señora Villarán vaya presa. Pedimos que con esa misma vara todos los demás imputados lleven sus procesos en libertad hasta que la Fiscalía logre acusar con solvencia y que un juez determine si existe o no culpabilidad en el acusado. Pedir lo contrario sería sumarnos a la termocéfala idea de que deben todos los acusados ser culpables presuntos y una vez privados de su libertad se deberá deliberar si es que esto es o no así. Y aquí somos enemigos del doble rasero. Así que no pedimos que vayan todos adentro, sino que vayan todos afuera.

Eso no significa que consideremos que la señora Villarán no tiene que responder, como todos los demás, frente a la justicia. Significa que es imperativo defender los derechos de quienes se encuentran en orillas ajenas a la nuestra, para poder así defender con convicción el Estado de derecho, la república y los derechos humanos de cada quien sin importar su credo político. Es un paso necesario hacia la civilidad y la madurez republicana.

¿Sigo siendo de la DBA? Porque no es tan difícil ser consecuente, salvo que hayas trabajado en el primer gobierno de García y en el de Fujimori. Que hoy seas chacal de Acuña y después dictes charlas de lo que es el aprofujimorismo, del que viviste y cobraste. ¿O no, coleguita?

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