Jair Bolsonaro tomará el poder el 1 de enero próximo. (Foto: EFE)
Jair Bolsonaro tomará el poder el 1 de enero próximo. (Foto: EFE)

El creciente nacionalismo populista de derecha en diferentes partes del mundo no debería pasarse por agua fría en tierras peruanas. Más porque existe un sector del conservadurismo local que ha celebrado la victoria de Bolsonaro como si fuese propia. Aunque pensé que al inicio lo hacían por ignorancia y que luego de escuchar con atención su discurso fanático reaccionarían, al final terminó siendo al revés. Al conocer sus posturas, lo aplaudieron más.

Este año ha pasado en Brasil e Italia. Antes en EE.UU. con Trump y en UE con el Brexit. En Francia, Le Penn sigue creciendo con su discurso “Francia primero” y en Alemania la extrema derecha ha vuelto al Congreso por primera vez desde 1945. En Chile, en 2016, José Antonio Kast sacó 8% con un discurso excluyente y en Costa Rica estuvo a punto de ganar lo más conservador del movimiento evangélico.

En todos esos casos hemos visto a varios autoproclamados liberales dispuestos a aceptar sus discursos polarizadores, porque así, creen, se va a combatir al ‘cuco comunista’, sin darse cuenta de que en el intento se convierten en lo mismo. Si de eso se trata, Maduro y Bolsonaro tienen más semejanzas que diferencias. No titubean con el aislamiento de la comunidad internacional, políticas antiinmigrantes, recorte de libertades, control de la producción y chauvinismos asesinos. Así, en sus extremos, la izquierda y la derecha se juntan, resucitando ideas ya superadas, como el racismo, la xenofobia y el proteccionismo contrario a la colaboración entre países y al libre mercado justo.

Es cierto que el fujimorismo convaleciente era el vehículo que parecía más idóneo para llevar una candidatura con ese corte, pero no ver más allá de nuestras fronteras para hacernos cargo de este riesgo creciente hará que el virus llegue más rápido de lo que creemos al Perú.