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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Para ser justos, el Congreso y el Gobierno se equivocaron con la Ley del Empleo Juvenil; creyeron que aprobándola cerca de las fiestas de fin de año no les generaría ningún problema. Luego, aplicando la estrategia del "enfriamiento", pensaron que la playa y las vacaciones harían que la presión disminuyera y las cosas vuelvan a su normal estado.

El tiempo no les ha dado la razón. Las presiones continúan y con la presencia de otros colectivos sociales, que, con seguridad, no figuraban en su ecuación del problema llamado 'Pulpín'.

Parte del Congreso, golpeándose el pecho, está tratando de redimirse y propone iniciativas legislativas para derogar la norma en cuestión; sin embargo, el Gobierno sigue en sus "trece" y cree que de aquí al 28 de enero, con la desesperada campaña publicitaria que viene realizando y, de seguro, con algunas conversaciones con bancadas parlamentarias afines, las cosas podrían favorecerles. Pero en mi opinión esto no sucederá.

Creo que el Gobierno debe idear una estrategia distinta e imaginativa para sacarse este sambenito que podría convertirse en un reguero de pólvora en el mediano plazo.

El Gobierno debe, ahora mismo, enviar al Congreso un proyecto de ley que modifique la 'ley Pulpín', que calme el ímpetu de los afectados, y que permita que los empresarios cuenten con otro tipo de compensaciones estatales para fomentar la contratación del empleo juvenil.

Por ejemplo, el Poder Ejecutivo tiene la sartén impositiva en las manos, que le permitiría canjear empleo juvenil por impuestos, o buscar otros incentivos para que las empresas contraten a jóvenes sin que a estos les afecten sus derechos.

Si el Gobierno no hace esto, corre el riesgo de que la oposición le gane la partida con un altísimo costo político, y que la sociedad en el futuro encuentre en las calles la mejor manera de hacerlos retroceder. La papa está caliente, y vamos que sí quema.