Tememos un rebrote severo de la pobreza y una vuelta a la inestabilidad fiscal. ¡Urge volver a trabajar! (Foto: USI)
Tememos un rebrote severo de la pobreza y una vuelta a la inestabilidad fiscal. ¡Urge volver a trabajar! (Foto: USI)

A trompicones la realidad se impone y parece inevitable que después del día de la madre se inicie un proceso paulatino de retorno a la normalidad. Esto consistirá en cuidarnos y sobrevivir sin tutelas.

Convivir con el virus, sostener y reactivar la economía hasta que salga la vacuna y se distribuya en el Perú o hasta que el bicho cumpla su ciclo y mengüe su agresividad.

Asumiendo que se mantendrán las tendencias, en lo sanitario, el saldo de estos casi 55 días de desordenado confinamiento deja insatisfechos a tirios y troyanos. Si bien el número de infectados excede largamente las expectativas, poses y promesas del equipo de gobierno, hay que reconocer que la letalidad, si cierta, registra límites moderados en comparación con otros países de la región.

En lo económico, la película no pinta nada bien. El MEF rompió el chanchito y usa las reservas a discreción, lanzando varias iniciativas encaminadas a sostener la canasta básica y a reactivar la cadena de pagos. Sin embargo, los esfuerzos se ven muy desarticulados.

Los bonos y estímulos a los sectores se otorgan por demanda y por presiones. La planificación y coordinación han brillado por su ausencia. Tememos un rebrote severo de la pobreza y una vuelta a la inestabilidad fiscal. ¡Urge volver a trabajar!

La obstinación del presidente por liderar como caudillo y no como director, el complejo de no llamar a los mejores, ya le pasa factura.

El programa Reactiva Perú, una buena iniciativa, tarda en concretarse, se traba cada día. Hay recelos.

La empresa privada es y será el motor de la economía. El empresario, luchador y solidario, su mejor conductor. ¡Es tiempo de confiar, dejarlo actuar, dejar a su música sonar!