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Redacción PERÚ21

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Mauricio Mulder, Pido la palabraCongresista

En lugar de gobernar, que es dirigir, construir, tomar decisiones difíciles y resolver, el Gobierno se ha dedicado solo a participar en el debate político mediático. La mejor defensa que el Gobierno y el toledismo han podido estructurar para evitar que el ex presidente Alejandro Toledo se siga hundiendo en un pantano de mentiras, con relación al caso Ecoteva, ha sido la de soltar las llamadas cortinas de humo, a efectos de distraer a la prensa y sus titulares y arrinconar a sus acusadores. El problema es que en su desesperación por blindarlo, están ofreciendo penosas muestras de intolerancia y poco apego al estado democrático, al vulnerar severamente la independencia de poderes, fijando su blanco nada menos que en el Ministerio Público.

La reciente ofensiva del congresista Tejada contra la exfiscal de la Nación Gladys Echaíz y la del congresista Abugattás contra el actual fiscal de la Nación, José Peláez, revela en forma contundente que así como en su momento Alejandro Toledo blindó a Fernando Olivera, Ollanta Humala está atado a una piedra al optar por defender, a capa y espada, a su aliado de turno. Sus recientes palabras son vanas. Basta ver el comportamiento de sus operadores políticos, (digo, es un decir) desgañitándose contra el MP a efectos de brindarle a Toledo el precioso argumento de que el fiscal Peláez está motivado políticamente. E igualmente para insinuar que la fiscal Echaíz habría actuado por la misma razón en una supuesta asociación ilícita para delinquir con el expresidente Alan García.

Todo ello revela excepcional intolerancia y presión indebida. Lanzar ese tipo de acusaciones que también se sueltan contra el Poder Judicial, la Defensoría del Pueblo, el JNE, el Tribunal Constitucional y otros organismos es arrinconar a los órganos jurisdiccionales para que no fallen, en los casos sensibles del Gobierno, contra sus intereses. Así, para evitar ser estigmatizados y acusados de proclividad política, los jueces y fiscales fallarían presionados en temas como los de Alexis o Antauro Humala al gusto del Gobierno.

No puede entenderse de otro modo el abyecto comportamiento de los congresistas aludidos. La torpeza es de hecho la explicación más benévola porque supondría, como es aparente, falta de pericia o inestabilidad emocional, dado un caso y el otro. Pero parece peor, porque resulta que la oportunidad ha sido más bien consecuencia de un cálculo y de una estrategia. Cálculo, porque se suelta la ofensiva en momento preciso, para anular una noticia adversa. Y estrategia, porque hay un evidente concierto de voluntades que arrastra, incluso, a cierta prensa a alargar más de una semana un tema preliminar que recoge hechos superconocidos desde el 2009, pero que son nota abridora de todas las entrevistas de la semana.

¿No le gustó al gobierno el mensaje de Alan Garcia desde Palacio, que implícitamente llevó al imaginario nacional a establecer inevitables comparaciones? Fue, sin embargo, el propio Gobierno que montó el escenario. ¿No les satisfizo que se plantearan reclamos cada vez más precisos por parte de la oposición que reclama coherencia y seriedad?

Sea cual fuera la razón, el Gobierno no parece estar gobernando y sí parece más preocupado en soltar todo tipo de payasadas destructivas. ¡Imagínense que recién tienen dos años en el poder, no han hecho nada significativo y ya están hablando del 2021!

Mucho fuego artificial, mucho querer dárselas de cazurros muñequeros políticos y los pollos se les escapan del corral a 9 soles el kilo…