“Respetuoso de la Constitución (...) invoco la aplicación de su artículo 133. Planteamos la cuestión de confianza al Congreso para aprobar las cuatro reformas constitucionales presentadas", dijo. (Foto: GEC)
“Respetuoso de la Constitución (...) invoco la aplicación de su artículo 133. Planteamos la cuestión de confianza al Congreso para aprobar las cuatro reformas constitucionales presentadas", dijo. (Foto: GEC)

El título de la columna le es atribuido a Napoleón Bonaparte. Lo cierto es que no hay prueba alguna de que el emperador francés haya dicho alguna vez esas palabras; sin embargo, suelen encajar bien con situaciones a las que nos enfrentamos. En este caso, me refiero en particular a la reforma política: es esencial que nuestro sistema de representación cambie, mejore y se dinamice. Pero es igual de importante hacerlo con la calma y la reflexión que un compendio de medidas tan trascendentales reclama. No podemos darnos el lujo de fallar.

A dos años del bicentenario de nuestra república seguimos siendo ese ensayo que nos llamó Basadre y no hemos sabido abandonar la costumbre de hacer borrón y cuenta nueva frente a cada vez que la política vence el ordenamiento jurídico. Así, es imperativo comprender que el Derecho –no las leyes– es un cuerpo espontáneo que debe acompañar dinámicamente al avance de las sociedades para poder establecer parámetros que no solo estén de acuerdo con la voluntad del poder constituido, sino con la propia realidad histórica del tiempo.

Ojalá que los proyectos de ley presentados por el presidente Vizcarra y su gobierno al Congreso puedan ser debatidos (ojo, no aprobados, que el Congreso está para debatir) antes de 2021 y que para las elecciones de ese año tengamos un cuerpo más solvente de normas que permita un incremento en la calidad de la representación política de todos los peruanos, que se refleje no solo en el Congreso, sino en la presidencia y en la solidez propia de los partidos políticos sin la cual una democracia republicana resulta imposible. Ojalá realmente.

Pero si no se llega a tiempo, debemos comprender que lo que aquí está en juego es el mismísimo destino de nuestro país, y que debatir a fondo y escuchar a cada bancada y a cada experto va a ser el único camino a una mejora sustantiva.