Estas son todas las actividades que tendrá el Premio Nobel en la FIL Lima 2019. (Foto: AFP)
Estas son todas las actividades que tendrá el Premio Nobel en la FIL Lima 2019. (Foto: AFP)

Pocos mensajes de inauguración tan oportunos como el de nuestro gran escritor Mario Vargas Llosa, en la Feria Internacional del Libro de Lima. Tan lúcido y firme en asuntos de política como en los de literatura, el nobel hizo un llamado a los jóvenes peruanos a que apuesten por la lectura, por los libros, en coexistencia con la infestación de pantallas –de todos los tamaños– en la vida moderna, ya que es lo único que los hará libres.

“Pantallas y libros… deberían enriquecerse mutuamente. Eso es posible y depende exclusivamente de nosotros… porque… una educación hecha exclusivamente de pantallas no es capaz de crear ese espíritu crítico del que, en gran parte, depende el futuro democrático de nuestros países… Sin el esfuerzo intelectual que exige la lectura en esa operación mágica que es convertir las palabras en imágenes, el espíritu crítico se adormece y acaso desaparece. Y (en esas condiciones) una sociedad se vuelve muchísimo más manejable y susceptible al engaño”.

Es, en efecto, el desplazamiento de la lectura –la lectura de calidad, digamos, no la vocinglera palabrería a que son tan propensas las redes sociales– una de las principales causas del empobrecimiento de la vida política en muchos países durante las últimas décadas, incluso en aquellos que solían gozar de una sólida y longeva salud democrática.

La irrupción de las nuevas tecnologías ha multiplicado la proliferación de noticias, opiniones y análisis: ahora la investigación rigurosa y la argumentación consistente se confunde y se asordina en la proliferación de calumnias, insultos, medias verdades, teorías conspiratorias y todo aquello que entra en el gran saco de las llamadas fake news, un ecosistema que solo ha favorecido a las corrientes políticas más extremistas, incluso antisistema, alrededor del planeta.

Sea en pantalla o papel, la lectura de un buen libro –como la de cualquier diario o medio serio, con estándares elevados de calidad y rigor– es el mejor antídoto contra la untuosa y embaucadora música de esos flautistas de Hamelin apostados en las plataformas digitales que, aprovechándose de tanto prójimo desacostumbrado a leer con asiduidad, solo pueden conducir a sus “seguidores” hacia su propio apocalipsis como sociedades modernas y democráticas.

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