(Getty)
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Pasaron dos amistosos muy competitivos para la selección. En el camino han quedado muchas cosas para aprender. Siempre jugar contra equipos superiores sirve. Perú tuvo 60 minutos buenos ante Holanda y 45 ante Alemania. La imagen final de ayer sirve para quedarnos tranquilos. La selección sigue bien encaminada, compite ante cualquiera. Busca protagonismo en cualquier cancha y por momentos fue capaz de imponer su juego con autoridad. Algunos jugadores como Advíncula y Aquino mostraron un gran nivel, otros como Cueva y Yotún quedaron en deuda.

Queda claro que rivales de este nivel desnudan errores y te los hacen pagar con goles. En ambos partidos adelantamos en el marcador y no fuimos capaces de sostener los resultados. Dos goles en los últimos diez minutos cuestan derrotas que eran evitables. Quizás el gran déficit en estos dos partidos pasó por el desnivel entre los titulares y el resto del grupo. La ausencia en el grupo de ocho jugadores que fueron al Mundial se sintió. El universo de futbolistas aún no es lo suficientemente profundo.

Perder balones en salida ante la presión alta de los rivales y la incapacidad de cortar con falta transiciones rápidas ya nos habían costado goles en contra en Rusia; esta vez se repitió. Son errores puntuales sobre los que se sigue teniendo que trabajar.

El proceso a Qatar empieza con dos derrotas ante rivales de primer mundo. Sin embargo, está claro que estamos por el camino adecuado. Hay un equipo, hay un estilo, hay una propuesta y una clara idea de lo que se pretende. Además, Gareca ha sido muy crítico y eso se saluda. Se vienen dos partidos más en octubre. A seguir en la línea trazada, pero ahora sí es urgente recuperar la sana costumbre de ganar.