Sobreviviente del accidente en Pasamayo denuncia que quisieron cobrarle por rescatarlo. (USI)
Sobreviviente del accidente en Pasamayo denuncia que quisieron cobrarle por rescatarlo. (USI)

Una vez más hemos visto horrorizados cómo nuestros compatriotas morían de la forma más horrible. No podemos ni imaginar el pánico cuando se te acaba la vida cayendo en un abismo. Nos ha dolido muchísimo. Sin embargo, más ha dolido la indolencia y la evidencia con la que las autoridades se han lavado las manos y trasladado la culpa a cualquiera menos a ellos mismos, al Estado: el gran responsable.

Al Estado poco le importa tu vida pues no ha hecho nada para prevenir las tres mil muertes que ocurren cada año. Ni ha pestañeado cuando han sido más de sesenta mil los peruanos muertos en 25 años. Ni cuando un millón doscientos cincuenta mil personas han resultado heridas en el mismo periodo. Ni cuando accidentes como el de Pasamayo ya han ocurrido varias veces, ahí y en distintos lugares del Perú. A nadie le importa. Ni el dolor de las familias, ni los costosos tratamientos que hipotecan la vida de la gente, ni cómo los estafan los médicos y los falsos abogados que se ciernen sobre ellos como aves de rapiña, ni el futuro que le arrebataron a esa pequeña niña que iba en brazos de su madre –seguro durmiendo, ¡ojalá durmiendo!– cuando ocurrió la tragedia y a la que no pudo salvar.

El ministro de Transportes o miente (cosa que es el trademark de este gobierno) o desconoce los principios mínimos del transporte. Se burla de las víctimas al decir que el Serpentín de Pasamayo “está lejos de ser un punto negro” sin reconocer lo que indica su propio Plan Estratégico de Seguridad Vial.

Recién se dan cuenta de que los contratos con las concesionarias no tienen indicadores de seguridad vial, que no les exigen barreras protectoras –no sorprende luego de que la presidenta de la Sutran ni siquiera sabe que la tecnología existe–. Anuncian medidas que quedarán aisladas y no tendrán impacto si es que no implementan una verdadera política nacional para la reducción de las víctimas por accidentes de tránsito a través de, entre otras cosas, lo más básico de todo: infraestructura segura.

Al mismo tiempo, sí son expeditos para sacar el brevete express y hacerse la vista gorda con la corrupción que existe en el otorgamiento de las licencias, extienden el plazo para la certificación del control y fiscalización de la velocidad vía GPS y flexibilizan los turnos de manejo de los choferes.

Nadie renuncia. Solo dan el pésame a las familias, como si eso les sirviera de algo. Mientras tanto, más pronto que tarde, en una pista de cualquier lugar del país la próxima víctima puedes ser tú y a nadie le va a importar.