"Volviendo a San Martín, tras su desembarco en Paracas, el 8 de setiembre de 1820, el prócer argentino desplegó una profusa campaña publicitaria para convencer a los peruanos de plegarse a la causa emancipadora".
"Volviendo a San Martín, tras su desembarco en Paracas, el 8 de setiembre de 1820, el prócer argentino desplegó una profusa campaña publicitaria para convencer a los peruanos de plegarse a la causa emancipadora".

El pasado martes 8 de setiembre conmemoramos el bicentenario del desembarco de la expedición libertadora de José de San Martín en Paracas, que se produjo la mañana de ese día en 1820. Los navíos llegaron la noche anterior provenientes de Valparaíso, trayendo consigo más de cuatro mil soldados que venían de independizar Chile.

En su discurso solemne, pronunciado en la bella bahía sureña, el presidente habló de una nueva independencia y develó dos bustos: uno en homenaje al prócer chileno Bernardo O’Higgins, financista de la expedición, y otra al prócer peruano Toribio de Luzuriaga, huaracino de las tres independencias, pues se batió en las Provincias Unidas de Río de la Plata (Argentina), Chile y el Perú.

Cuando el presidente habló de la nueva independencia, pensé en la importancia de descentralizar al país –cuyo centralismo se ha evidenciado con la pandemia del – a través de sus efemérides patrias. Nos hemos acostumbrado tanto al 28 de julio, pero el 28 San Martín apenas independizó Lima y lo hizo con su ejército sitiándola y la mitad de la población refugiada en el Callao, al amparo del virrey La Serna. No es que los limeños sean malos, sencillamente se trataba de la capital española de América.

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La elección del 28 de julio como efeméride patria tiene otra consecuencia perniciosa: siendo obra de San Martín, refuerza el imaginario de que fuimos independizados por dos próceres extranjeros, el otro es Simón Bolívar. De hecho, al terminar la escuela, cualquier niño peruano recuerda esos dos nombres como sus libertadores y a nadie más.

Permítaseme un paralelo con Chile. Chile conmemora su independencia el 18 de setiembre por la Junta de Santiago de 1810 que se instauró en el contexto de la invasión napoleónica a España. Al iniciar funciones, dicha junta no tenía claro separarse del imperio español y, aunque posteriormente lo hizo, sucumbió ante el virrey Fernando de Abascal en 1814. En otras palabras, no logró la independencia, pero los chilenos conmemoran el primer grito, luego vino San Martín quien, junto a Bernardo O’Higgins, consolida la emancipación del vecino país en Maipú el 5 de abril de 1818.

¿Tuvimos en el Perú una Junta de Gobierno como la de Santiago? Sí la tuvimos. La instauraron en el Cusco los hermanos Angulo el 3 de agosto de 1814, junto a Mateo Pumacahua. Paulatinamente, la junta adoptó una posición separatista, inició una rebelión que se extendió por el sur del Perú y, finalmente, sucumbió ante el brazo implacable de Abascal en 1815.

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Volviendo a San Martín, tras su desembarco en Paracas, el 8 de setiembre de 1820, el prócer argentino desplegó una profusa campaña publicitaria para convencer a los peruanos de plegarse a la causa emancipadora. Dicha campaña dio sus frutos en Trujillo, que proclamó su independencia de España el 29 de diciembre de 1820 liderada por José Bernardo de Tagle. La intendencia de Trujillo –que abarcaba La Libertad, Lambayeque, Piura, Tumbes, Cajamarca y Chachapoyas– literalmente se emancipó por la libre voluntad de su pueblo y se convirtió en el teatro de operaciones desde donde las fuerzas patriotas organizaron las campañas finales hasta la batalla de Ayacucho del 9 de diciembre de 1824.

¿Qué es una nueva independencia? Muchas cosas. Es refundar el país desde bases auténticamente republicanas, desterrando la corrupción endémica, indeseada compañera hace doscientos años, pero también es narrar nuestra fundación política a través de un relato menos centralista que rinda honores al esfuerzo de todos los peruanos en la obtención de nuestra libertad.

Por eso sugiero que, junto al 28 de julio de 1821, conmemoremos el 3 de agosto de 1814 (Cusco) y el 29 de diciembre de 1820 (Trujillo) como nuestras efemérides patrias, en igualdad de condiciones y festividad. Al mismo tiempo, es hora de que los jóvenes egresados de la educación secundaria identifiquen como sus libertadores, junto con San Martín y Bolívar, a los hermanos José, Vicente y Mariano Angulo, a Mateo Pumacahua, Toribio de Luzuriaga, José de la Mar, Andrés Rázuri y Agustín Gamarra. Si queremos un país más justo e integrado, comencemos por nuestra historia.

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