Las de Keiko y caco. (Lino Chipana)
Las de Keiko y caco. (Lino Chipana)

En la vergonzosa sustentación de cuatro miembros del Tribunal Constitucional que juristas calificados se han encargado de desbaratar punto por punto, se hace más evidente todavía que el fallo con el que se ha excarcelado a Keiko Fujimori se trató más bien de uno netamente político y de remota justificación legal.

Entre las aberraciones desparramadas en el texto oficial publicado ayer para intentar disfrazar de jurisprudencia una argumentación parcializada, destaca, por su escandalosa endeblez, lo de considerar como “meras presunciones” a la contundente cantidad de documentos, grabaciones y testimonios de testigos, eficaces o no, que ha recogido la Fiscalía para sustentar la investigación y necesaria detención preventiva de la lideresa de Fuerza Popular (FP).

Es decir, como si nadie supiese que, precediendo a las recientes revelaciones de un millonario pitufeo de dineros sistemáticamente ocultados por su partido (que a estas alturas de la pesquisa fiscal, va encajando poco a poco en el carácter de “organización criminal” que le atribuye la Fiscalía, pero que los cuatro magistrados del TC desechan con el argumento de que eso no figura en los estatutos de FP), existe una enorme cantidad de evidencia que se acumula –con nombre y apellido, como en el caso de la confesión de Jorge Yoshiyama y cuatro testigos más– en contra de la señora K. Fujimori, así como de las prácticas delictivas de no pocos de sus dirigentes. Cómo entonces puede aceptarse la especie aquella de que no está probado que recibiese plata de Odebrecht porque, citando distraídamente a Alan García, no se la dieron en su mano.

Se inmiscuyen, además, en un proceso penal sobre el que no les corresponde opinar, ya que sus competencias se limitan a lo constitucional, pero intentan de paso “limpiar” a la acusada de las imputaciones y, en general, de todo lo actuado por el equipo especial, investigación que, en distintos momentos e instancias judiciales, ha sido ratificada en sus fundamentos por nada menos que 14 jueces, antes de llegar a este TC amigo.

Estos magistrados podrán pretender lavar sus conciencias o irse de vacaciones, pero cuando se termine de revelar toda la trama urdida por el fujimorismo, versión K, el jurisconsulto Blume y los suyos quedarán fotografiados junto a este ominoso fallo que, una vez más, contribuye a la leyenda negra de que a cierta magistratura y a ciertos tribunos les resbala el daño que se le puede seguir haciendo a los peruanos y a sus ideales de justicia.

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