Una campaña de Gonzalo Benavente, amigo y director del exitoso documental La revolución y la tierra, ha tomado fuerza. Busca volver a cantar la primera estrofa del himno. “Largo tiempo” en vez de la actual “En su cima”. No es una discusión nueva (Carmen Villanueva, 2014). La historia del himno reúne vicios y virtudes nacionales.

La atracción por lo provisional y la falta de soluciones permanentes está desde los primeros días.

El concurso de San Martín no sancionó resultados y los actos oficiales de difusión de la música inmortal de Alcedo y los siempre cuestionados versos de la Torre Ugarte consignaban “por ahora se ha adoptado” (Carlos Raygada, 1954).

Vino entonces la solución del pueblo. No se sabe cuándo, al menos desde 1857, la gente incorporó una estrofa de otra canción, “Largo tiempo”.

En 1913, el Congreso dio la única ley que oficializa al himno. Si bien incluyó a la estrofa popular, no aclaró si lo hacía en clave arguediana de reconocer la tradición cultural y darle su merecido valor. Algunos creen que fue un simple error.

Finalmente, tanto en dictadura como democracia, hubo abuso de poder.

Escandalosamente, y vía disposiciones menores, funcionarios del gobierno de García, como antes intentaron los de Morales Bermúdez, se arrogaron la decisión sobre qué estrofa debemos cantar y cambiaron a “En su cima”. Esa es una atribución solo del pueblo o sus representantes.

Lo dijo el Tribunal Constitucional, quien, además, consideró que la estrofa “intrusa” era constitucional (STC 00044-2004-AI).

A la luz de la agenda urgente, este no es un tema prioritario para el Congreso. Pero siendo la representación previa al bicentenario, podría encontrar espacio para verlo. Su postergación es de largo tiempo.

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