Era una sala a media luz para mirar videos proyectados sobre la pared. El primero era el discurso de Lenin a su llegada a San Petersburgo (1917), inicio de la victoria de la Revolución rusa. Solo eran seis segundos de material, expuestos tan en cámara lenta que parecían fotografías. Había que poner mucha atención para percibir algún movimiento. Acompañaban, la subida al poder de Hitler (1933), inicio de la catástrofe humanitaria que fue la Segunda Guerra Mundial; la conferencia de Roosevelt, Stalin y Churchill en Yalta (1945), los vencedores se repartían el mundo y se iniciaba la Guerra Fría; el nacimiento del Estado de Israel (1948) y la continuidad de un conflicto interminable; la independencia de Argelia (1963) y el fin del colonialismo europeo; y la designación de Gorbachov (1985), inicio de la liquidación de la Unión Soviética. Momentos estelares de la historia del siglo XX. En medio, sobre una silla de acero elevada sobre sus propias patas, larguísimas como columnas, estaba sentado un chimpancé de fibra de vidrio. Detrás, por televisión, CNN daba cuenta de las noticias del día en tiempo real. Un contrapunto entre lo lento de lo importante y lo fugaz de lo cotidiano; y nosotros, al centro como el chimpancé, iluminado, pero sin entender gran cosa. “Demasiado tarde para Goya” (1993) es una instalación de Francesc Torres, de las primeras del Guggenheim de Bilbao (1997). Lo de Goya se explica porque, en otro extremo de la sala, se exhibía Subir y bajar, el grabado 56 de la serie Capricho. Estaba escrito: “… la fortuna trata muy mal a quien la obsequia. Paga con humo la fatiga de subir y al que ha subido lo castiga con precipitarle”. Una advertencia sobre el péndulo entre el éxito y el fracaso. El arte de una instalación no está en organizar el espacio, sino en impactar al espectador, para que se convierta en la parte principal de la obra.
¿Qué agregaría? ¿Pondría en cámara lenta seis segundos del juramento de Donald Trump como presidente de los Estados Unidos y proyectaría detrás, como en CNN, el desfile de billonarios en esa ceremonia? ¿Pondría también en cámara lenta seis segundos del discurso del intento de golpe de Estado de Pedro Castillo y proyectaría detrás, como en TikTok, los asesinatos por extorsión? Acontece que, contra la instalación, lo importante y lo cotidiano no son diferentes, son lo mismo. Lo importante no aparece de pronto, se va gestando en lo cotidiano. A su manera, lo cotidiano nos va dando avances del futuro que vendrá. ¿Qué nos está diciendo? Que así como el mundo ha cambiado, la forma de capturar el poder también. Ahora es más grosera y directa. La tanda de billonarios invitados a la juramentación de Trump rompió el paradigma de la democracia de separar el interés privado del público. Y, por si hubiese dudas, uno de los primeros decretos de Trump ha sido retirar a los Estados Unidos del programa fiscal de la OCDE. Como la globalización hace difícil establecer el territorio donde se generan las ganancias, las empresas las reconocen en los territorios donde pagan menos impuestos. Para evitar esa elusión tributaria, la OCDE propuso acumular a nivel mundial las ganancias y establecer un rango razonable. Sobre el exceso se aplicaría un impuesto global que sería redistribuido equitativamente entre los países según las ventas de las empresas. Fuera del programa, los Estados Unidos se han convertido en un paraíso fiscal para esas empresas globales. Ellas son las nuevas dueñas del poder en ese país. Aquí en Perú no tenemos empresas globales, pero sí criminales. Creímos que solo eran un problema penal y esperamos que la Justicia lo arreglase. Pero ellas ya gobiernan. Han sacado muchas leyes que les facilitan la vida y prosperan con ganancias enormes en la mayor ilegalidad. Como están las cosas, no importará quién salga presidente dentro de un año porque ese problema ya no se arregla con una mano fuerte que ponga orden. No será una batalla judicial; parecerá que es una batalla política, pero es, en esencia, una batalla económica. Expulsar la economía ilegal e integrar la economía informal no solo es un asunto de que se cumplan leyes y se paguen impuestos. Si no hacemos nada, si perdemos la guerra, ellos serán los nuevos dueños del poder en el Perú.