Estados Unidos se encuentra ad portas de una nueva elección. Los comicios del próximo martes 5 de noviembre serán cruciales para el futuro social de la potencia más importante de occidente. Donald Trump intenta volver a la Casa Blanca tras su controversial primera administración, que culminó con el ahora nuevamente candidato azuzando a sus seguidores para que tomen por asalto el Capitolio en 2021. Esto mientras hacía lo posible por impedir que se proclame ganador a su entonces contrincante, Joe Biden.
En la otra esquina, Kamala Harris, la candidata demócrata hace esfuerzos para comunicar sus propuestas y mostrarse como la única alternativa al extremismo que representa su contendor. Como se recordará, Harris tuvo que asumir de forma intempestiva la candidatura tras la renuncia de Joe Biden a su intento de reelección.
Los últimos sondeos colocan muy cerca a ambos candidatos. Nadie, medianamente responsable, se atreve a darselas de pitonisa en este contexto electoral.
En su segundo intento por llegar a la Casa Blanca, lejos de moderarse, Trump ha recargado baterías para atacar a los inmigrantes. Durante el debate presidencial con Harris aseguró falsamente que los haitianos se comían las mascotas de los estadounidenses radicados en Ohio. En esta semana, en un mitin en el que estaba presente, un comediante invitado por él se refirió a Puerto Rico como una “isla flotante de basura”. Ya en su administración y durante su primera campaña, invocó a la división entre estadounidenses y usó un discurso denigrante para referirse a los latinos, en especial a los mexicanos.
El comentario sobre ‘la basura’ ha generado rechazo aun entre los republicanos. El candidato ha intentado apagar el fuego vistiéndose de basurero y manejando un camión recolector, pero las elecciones están muy cerca y solo en las urnas se podrá medir cuánto le costarán realmente sus displicentes referencias a los latinos en los Estados Unidos.
Esta elección no es, pues entre una demócrata y un republicano, como siempre lo había sido en ese país, por lo menos hasta 2016. Ahora se trata de dos estilos muy diferentes de asumir y pensar un gobierno. Trump es autoritario y polarizante. Harris, por su formación jurídica, es proclive a respetar reglas y valores democráticos, eso le ha valido el respaldo de republicanos no ‘trumpistas’ como el exgobernador de California, Arnorld Schwarzenegger, por ejemplo. Aun así, Trump podría ganar y el destino de los Estados Unidos tornarse incierto.
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