"Queda claro que ese ministerio representa una cuota de poder exigida por Vladimir Cerrón, pues se trata de un nombramiento no por méritos profesionales o trayectoria, sino por militancia política". (Foto: Presidencia)
"Queda claro que ese ministerio representa una cuota de poder exigida por Vladimir Cerrón, pues se trata de un nombramiento no por méritos profesionales o trayectoria, sino por militancia política". (Foto: Presidencia)

La capacidad de aprendizaje del profesor sigue siendo nula, por mucho que haya estado repitiendo que los errores cometidos desde que llegó a la Presidencia de la República le enseñarían a mejorar su gestión.

El cinismo de esa declaración y otros golpes de pecho que públicamente suele darse en determinados momentos críticos para su administración, saltan a la vista de inmediato con solo verificar que en el Ministerio de Salud se ha cambiado, otra vez, mocos por babas.

El nuevo encargado del portafolio, luego de la deshonrosa salida de Hernán Condori, es otro cerronista que, para variar, también llega con olorosos anticuchos. Como por los presuntos delitos contra la tranquilidad pública y falsa declaración en perjuicio de terceros.

Y aunque el susodicho se ha defendido alegando que la investigación se le archivó, lo cierto es que con su designación el sector salud, medular para el bienestar del país, y más aún en estos tiempos de idas y venidas con la pandemia, continuará siendo una suerte de rehén de Perú Libre el partido en el gobierno. Queda claro que ese ministerio representa una cuota de poder exigida por Vladimir Cerrón, pues se trata de un nombramiento no por méritos profesionales o trayectoria, sino por militancia política.

Lo que el pueblo peruano al que el mandatario alude tanto en declaraciones y peroratas indistintas espera, sin embargo, es que se acelere el proceso de vacunación masiva, pues son las inoculaciones las que actualmente están conteniendo cualquier avance del patógeno, que sigue circulando en el aire. Conviene recordar, una vez más, que la amenaza no ha desaparecido, y quedan todavía 8 millones de peruanos a quienes les falta la tercera dosis para completar el esquema y es urgente ante el riesgo, no tan lejano como pareciera, de una cuarta ola de infecciones.

La prioridad del nuevo ministro debería ser alejarse de la politiquería y recuperar el ritmo perdido de las vacunaciones que su defenestrado antecesor jamás logró alcanzar. Pero, desgraciadamente, eso está por verse.