Palacio de gobierno, a donde llegará el próximo presidente. (Foto: Diana Chávez para El Comercio)
Palacio de gobierno, a donde llegará el próximo presidente. (Foto: Diana Chávez para El Comercio)

A estas alturas queda claro que el 2021 no será el año de las grandes celebraciones por el bicentenario. La incertidumbre sobre la duración de la pandemia y la dramática crisis económica demandan un cambio de prioridades. Lo que ineludiblemente tiene que darse son elecciones generales, cuya realización probablemente demande modificaciones de forma para cuidar la salud. Sin embargo, me temo que la pandemia puede afectar también el fondo de las mismas.

Una crisis como la presente nos plantea problemas para los que no existe salida fácil. No me refiero solo a las deficiencias del sistema de salud pública, sino también a otras debilidades que se han puesto de manifiesto estas semanas: la precariedad laboral, la vulnerabilidad de los más pobres, las deficiencias del sistema previsional, etc. Ante desafíos tan grandes nuestra naturaleza nos empuja a buscar respuestas simples que dan sensación de seguridad pero no resuelven problemas reales, y son los políticos populistas los que aprovechan nuestro desconcierto para ofrecer falsos remedios. Esta tendencia la hemos visto ya en otras latitudes incluso antes del coronavirus, como cuando Trump echa la culpa del desempleo en EE.UU. a la migración mexicana o cuando Bolsonaro responsabiliza a las ONG por los incendios forestales. Preparémonos para escuchar en el 2021 a versiones locales de estos charlatanes ofreciendo soluciones mágicas a nuestros complejos problemas.

A ello se suma otro factor de preocupación: la crisis ha llevado al gobierno a tomar medidas que en tiempos normales serían claramente autoritarias. Que no se me malinterprete: es evidente que la suspensión de ciertas libertades es necesaria en el contexto actual, pero me preocupa que la popularidad que estas medidas han suscitado nos lleve a demandarlas incluso luego –se ha escuchado a más de uno pedir que las FF.AA. permanezcan en la calle tras la emergencia–.

Esta conjunción de factores prepara la cancha para políticos populistas y autoritarios, combinación fatal para cualquier democracia. No quiero mencionar nombres, pero usted ya estará identificando a algunos actores del elenco local que bien encajan en la definición. Nos tocará desnudar su improvisación con ideas y honestidad. Nuestro cumpleaños 200 no demanda menos.