(Fotos: Jessica Vicente / @photo.gec)
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Si cuando el virus comenzó a desplegarse por el mundo sus principales víctimas eran personas mayores de sesenta años, las cosas han cambiado radicalmente. En esta segunda ola de la pandemia cada vez son más jóvenes los pacientes que ocupan camas UCI en clínicas y hospitales peruanos: adolescentes y veinteañeros, millennials y, en general, personas menores de 50 años, son quienes están cayendo con mayor frecuencia en las últimas semanas.

Es casi exactamente lo ocurrido durante el reciente verano europeo. Con las cifras de muertes e infecciones en picada, buena parte de la juventud se volcó a las playas y a la vida social propia de la estación, confiada en que se trataba de un mal al que solo los ancianos y los débiles debían temer.

No tuvo que pasar mucho tiempo para que ese prematuro triunfalismo desembocara en el estallido de una nueva oleada de contagios, que hoy se traduce en un obligado retroceso hacia los encierros draconianos –esta vez más desesperados– de las primeras semanas de la pandemia. Reino Unido, Alemania, Países Bajos, España se debaten en estos días entre confinamientos totales y parciales, toques de queda y cierre de espacios públicos, pese a que las vacunaciones comenzaron ya hace semanas.

En el Perú, donde seguimos todavía sin vacunas, se ha repetido ese triunfalismo juvenil, alentado, cómo no, por la desinformación que circula en las redes sociales. A estas alturas ya para nadie es un secreto la cantidad de eventos que se realizaron durante las efemérides de Navidad y Año Nuevo. Fiestas “privadas” (clandestinas, en realidad) tanto en barrios populares como en balnearios exclusivos, campamentos bailables en playas del litoral, ajenos a las prohibiciones y burlando la vigilancia de las autoridades, con la fantasiosa idea de que, al realizarse al aire libre, los protocolos podían relajarse una vez avanzada la noche.

Pero en realidad ese fue solo el comienzo; ya en las postrimerías del mes, las cifras de jóvenes, adolescentes y adultos que están siendo entubados, según Essalud, ha aumentado en un 50% como promedio en las últimas dos semanas. Y son los individuos en tal rango de edades quienes propagan el patógeno con mayor rapidez.

Es hora entonces de que esa juventud madure y comience a cuidarse como es debido. Nadie es invulnerable ni está a salvo, por muy sano o fuerte que se sienta.


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