(Foto: GEC)
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Nuevamente el Gobierno ha confinado focalizada y temporalmente, según rangos de contagio o emergencia en cada región del país, a los peruanos. Y a todo esto, todavía sin inmunizaciones ni vacunas fiables a la mano. “Para febrero”, ha declarado, ya más realistamente, el presidente Francisco Sagasti.

Pero no olvidemos que no tenemos vacunas por la ineptitud del Estado peruano y sus autoridades, en especial de Martín Vizcarra –hoy constituido en extemporáneo promotor informal de la ivermectina– y la ministra Pilar Mazzetti, quienes no pudieron siquiera cerrar acuerdos de compra con la anticipación que la urgencia requería.

Los integrantes del Comando Vacuna venían advirtiendo este peligro desde junio del año pasado; Perú21 recogió e hizo suyas, constantemente, sus preocupaciones. Pero ni Vizcarra ni Mazzetti hicieron caso y ahora estamos como estamos, sin vacunas y en pleno tumbo agigantado de la segunda ola, nuevamente confinados, con las terribles consecuencias económicas que ello implicará para la gran mayoría del país.

Ayer, sin embargo, Antonio Pratto y Jaime Reusche, que forman el comando, coincidieron en una alternativa para avanzar con las inmunizaciones. “Estaría a favor –declaró Pratto– de que las empresas privadas puedan importar la vacuna y colaborar en la lucha contra la pandemia. Y ello porque el Estado no puede siquiera importar el millón de dosis de China. La burocracia y la ineficiencia nos están matando”.

Es una vía que ya se ha llevado a la práctica en México, donde el populista Andrés López Obrador –otro presidente afiliado, desde el principio, al negacionismo– cambió de actitud para poner en marcha políticas públicas serias y masivas que contengan los contagios en su país, uno de los que peor está llevando la pandemia en el mundo.

Mientras no lleguen las vacunas, los peruanos continuaremos expuestos al patógeno. El Perú no está en condiciones de desdeñar ninguna propuesta de vacunación. Si los laboratorios, las clínicas y las farmacias privadas pueden traer vacunas a nuestro país, que así sea: ese esfuerzo solo complementaría el realizado, a trompicones, por el Estado, que debe atender las necesidades de los más vulnerables. En esta clamorosa ocasión sigamos el ejemplo mexicano.

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