Tiempos de cambio. (Perú21)
Tiempos de cambio. (Perú21)

El vertiginoso ritmo con el que avanza la tecnología y el conocimiento pone a prueba, todos los días, las bases políticas, económicas y sociales en el mundo entero. Cómo se estructuran al nivel local (cuáles son los fundamentos, el marco en el que se articulan los intereses e incentivos y las actividades en cada país) es clave, hoy más que nunca; en 15 o 20 años viviremos una realidad tan diferente a la actual que nos parecerá salida de una novela de ciencia ficción: la nanotecnología y la biotecnología cambiarán la manera como nos transportamos, comunicamos, alimentamos y vivimos en general; la computación cuántica, la robótica y la producción en masa de nuevos componentes (el grafeno, por ejemplo) alterará de manera definitiva la organización y producción de bienes y servicios, los alcances tecnológicos de los mismos, así como acelerará aún más el desarrollo de nuevas plataformas de investigación y desarrollo de nuevos productos, ideas y tecnologías.

Esto, que parece una realidad utópica, está ya ocurriendo; casi no hay día en que no descubramos, como agregado, nuevo conocimiento: desde cuáles fueron nuestros orígenes hasta nuestros actuales límites en la carrera por colonizar el espacio.

Si en algún momento fue crucial que el ecosistema salud-educación-formación-trabajo fuese óptimo y estuviese alineado, pues hoy es más importante que nunca. Sobre los componentes ya hemos hablado infinidad de veces: nuestros sistemas de salud y educación son una desgracia, nuestra estructura formativa y laboral un engendro; entre ambas tragedias no debería sorprendernos nuestra baja productividad y altísima informalidad.

O nuestras autoridades deciden atacar este problema de raíz, o en 15 o 20 años seremos de nuevo un país tercermundista, comparativamente hablando, como éramos hace 30 años. Claro, será una forma distinta de “tercermundismo” (bajísima pobreza, integrados a la cadena global, incluso con tasas de crecimiento importantes), pero alejados (muy alejados) de la realidad de los países desarrollados. No tiene que ser así. Es indispensable que revisemos nuestras prioridades y establezcamos una ruta hacia el futuro.

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