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Y bueno, como era de esperarse, el fujimorismo aceptó el reto gubernamental y denegó la confianza al gabinete Zavala. Ahora esperamos cuál será la próxima movida del presidente Kuczynski; si dobla la apuesta (proponer un gabinete inaceptable para la oposición, con lo cual buscarían cerrar el Congreso) o si asume el mensaje (nombrar a un gabinete de cara a gobernar).

¿Cómo llegamos a esta crisis? Sería muy fácil señalar a uno u otro lado, pero lo cierto es que llegamos hasta aquí por las acciones de ambos, gobierno y oposición. Y por oposición no me refiero exclusivamente al fujimorismo, sino a casi todo el hemiciclo.

Ante todo, el país no se merece esta crisis política. Los peruanos tienen preocupaciones puntuales (cómo pagar el colegio, dónde atenderse una dolencia, a qué colegio llevar a sus hijos, y así), y en lugar de sentir a su clase política preocupada en ello, pues asisten a un jaloneo propio de escuela primaria. Me dirán que así es la política, y es cierto; pero ambos, gobierno y oposición, pudieron llevar las cosas por otro camino.

¿Y ahora qué queda? Los áulicos, imagino, querrán que el presidente Kuczynski doble la apuesta, sin importar que sus predicciones pasadas (por ejemplo, que la oposición se moriría de miedo) fueron erradas. Bueno, a ellos esta confrontación les brindará ánimos y adrenalina, pero no es lo mejor para el resto de peruanos.

Lo que debería hacer el mandatario, en mi opinión, es enfriarse un poco y pensar cómo quiere pasar a la historia: como aquel que cerró el Congreso o como aquel que hizo reformas en beneficio del pueblo peruano. Si decide ir por la primera vía, pues la tiene fácil: basta con nombrar a uno de los áulicos como primer ministro o hacer una burla de la negación de confianza. No queda claro, sin embargo, a quién le confiará sus votos. Si decide ir por la segunda, tal vez no sea popular, pero al menos podrá gobernar.

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