El secretario general del Suter Cusco revalidó, en un mitin improvisado, los acuerdos con el Gobierno. (USI)
El secretario general del Suter Cusco revalidó, en un mitin improvisado, los acuerdos con el Gobierno. (USI)

La tragedia (otro dirá el chiste) se cuenta sola: cuando ya estábamos en la hora nona, el gobierno decidió actuar bajo una consigna, de manera conjunta y alineada (premier, ministra de Educación y ministro del Interior a favor del descuento y del despido al cumplirse los tres días de abandono de cargo). Pero el presidente Kuczynski quiso jugar al héroe, cerró los espacios de negociación e incentivó a propios y terceros a subir la apuesta. Fallido el intento presidencial, un grupo de congresistas apostó a la negociación política; caída esta, el fujimorismo quiso llevarse los laureles, y también se quedaron cortos en el intento.

¿Y ahora, qué queda? ¿A quién llamamos? ¿Qué hacemos?

Lo dijimos hace varios días: la forma en que el gobierno tratara esta huelga dispararía una serie de señales a distintos actores. Pues bien, ya sabemos qué pasó, y ahora no tenemos ni remota idea de cómo acabará. No había que ser adivino ni experto en estrategia, tan solo tener un mínimo de sentido común y conocimiento de nuestra realidad.

Ahora, como solemos hacer los peruanos, todos se tiran la pelota. El gobierno acusa al fujimorismo, el fujimorismo al gobierno, un grupo de partidos a otros, y así. ¿Y la huelga? Pues ya veremos. El Ejecutivo ha dicho que no seguirá negociando, los huelguistas recibirán apoyo del interior en pocos días, el Congreso triturará a los ministros encargados y, una vez más, los vientos dictarán por dónde desembarcamos.

Cuando uno pierde el rumbo, lo lógico y sensato es regresar a lo básico. ¿Quién debe solucionar este problema? El gobierno; ni el Congreso ni el Acuerdo Nacional ni otro actor tiene la responsabilidad de resolverlo. Pueden ayudar, pero no son ni los responsables ni los empoderados para hacerlo. ¿Cómo debe solucionar el gobierno este problema? Pues ese es su trabajo. De no hacerlo, y pronto, la popularidad del Ejecutivo seguirá su tendencia a la baja, demostrando mayor debilidad y estrechando los espacios de acción.

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