(Presidencia de la República)
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En los últimos meses, miembros del Ejecutivo, en reiteradas ocasiones, han mencionado que el país tendrá una nueva convivencia social debido a la pandemia. Asimismo, a fines de julio también empezará una nueva convivencia que durará un año, pero aquella no se basará en el uso de mascarillas o en la distancia social, sino en un constante enfrentamiento sin salida entre el Ejecutivo y el Congreso. Aquella será la nueva convivencia política.

Desde que se inició el gobierno de Vizcarra, no se estableció un proyecto de mediano y corto plazo; y tampoco se cumplió con el plan de gobierno de la plancha presidencial que ganó en 2016, sino que su estrategia se basó en la improvisación y en generar enfrentamientos con un Congreso desprestigiado, amenazando con cuestiones de confianza para que aprueben las iniciativas del Ejecutivo, y así mantener una alta popularidad. Sin embargo, a partir del 28 de julio, aquella estrategia quedará obsoleta, puesto que, como estipula la Constitución, el Congreso no podrá ser disuelto. Es por ello que, si el presidente no renueva el gabinete y su entorno con gente más capaz, la nueva convivencia no se basará en que el presidente tenga que convivir, sino en que tendrá que sobrevivir políticamente, puesto que el actual gabinete es muy deficiente y, probablemente, ningún ministro podrá salir airoso de una interpelación.

El actual periodo ha sido uno perdido debido a la irresponsabilidad del Congreso fujimorista, de la torpeza de Kuczynski y del populismo de Vizcarra. Por lo tanto, el último año deberá de ser un año de transición, en el que el presidente convoque a gente capaz para armar un plan a corto plazo, cuyo fin sea estabilizar la economía, y que permita que su sucesor reciba un país en mejores condiciones que las actuales.

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