-El pensador galo Blas Pascal sostuvo que “La nariz de Cleopatra, de haber sido más corta, habría cambiado toda la faz de la Tierra”. Algo así se pretende con Dina Boluarte y su otrora apéndice nasal. Es que es bastante tonta —por no usar una palabra más sofocletiana— esta campañita que busca vacarla por una ausencia presidencial mientras “se planchaba la fachada”. A esta habría que vacarla antes por Petroperú, por proteger a Cerrón y varias barbaridades que por nimiedades como esta (aparte de qué tanto puede pesar la ausencia en el poder de alguien que está en nada…) o la historieta de los Rolex. Además, esta ya debe saber que a partir de abril próximo será inexorablemente vacada por el Congreso y si tiene un gramo de cerebro ya debería por eso tener su refugio listo, que la caviarada va a hacer todo lo posible por meterla presa y la perseguirá por décadas.
-Va a ser bastante negativo para el Poder Judicial que se elija hoy como su mandamás a una “woke” recontra caviar como Janet Tello o a un izquierdista “sanmartiniano” y confiscador como Manuel Luján. Carlos Arias, el tercero en disputa, es el mejor candidato, pero estamos en el Perú, donde gana casi siempre el peor, así que mucho me temo que mañana veremos a Tello o Luján como cabezas del PJ. Lo mismo para la Corte Superior, donde la ultracaviar Miluska Cano parte como favorita. Dueña de una vena refinadamente sádica, Miluska se negó a aplicar por extensión el indulto a Fujimori en el caso Pativilca y quería volver a juzgarlo y encarcelarlo a sus 86 años. Es que lamentablemente en el Perú abunda la gente malvada. Por eso, mi difunto y sabio padre soltaba una cínica carcajada estentórea cuando veía por TV esa vieja propaganda de “¡Perú, qué encanto de gente!”.
-Dos frases típicas en el Perú para comenzar alguna opinión son “El Estado debería de…” o “Hay que…”. Como si el Estado fuera un ser omnipresente y todopoderoso que revienta con dinero ajeno, así como hacer cargo a los demás de cualquier iniciativa.
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