El expresidente Martín Vizcarra anunció su decisión de cerrar el Congreso el 30 de setiembre de 2019 (GEC).
El expresidente Martín Vizcarra anunció su decisión de cerrar el Congreso el 30 de setiembre de 2019 (GEC).

En el Perú se ha demostrado que la percepción que tiene la ciudadanía sobre un gobierno no se sustenta en crecimiento económico, reducción de pobreza o mejora de la seguridad ciudadana, sino en la imagen que vende el que ocupa el sillón de Pizarro.

Cuando Fujimori asumió la presidencia, inició un conflicto entre el Ejecutivo y el Congreso de mayoría opositora. Durante aquel enfrentamiento, Fujimori atacaba a diario al Congreso; incluso, llegó a afirmar que en el Senado había senadores vinculados al narcotráfico. Aquella declaración no solo generó una justificada molestia por parte del Senado, que en esa época era integrado por eruditos como Luis Alberto Sánchez o Felipe Osterling, sino que algunos senadores propusieron vacar al presidente. Sin embargo, Fujimori cerró el Congreso y la gran mayoría de la población festejó que se quiebre el orden constitucional, que se erradicara a los políticos “tradicionales”, y que el presidente Fujimori luchara contra la corrupción, aun cuando este tenía graves cuestionamientos.

Veintisiete años después, un nuevo presidente replicó la estrategia de Fujimori: afirmaba a diario que luchaba contra la corrupción y que el Congreso era obstruccionista, aun cuando labores que no dependían del Congreso no se estaban realizando o se realizaban extremadamente mal como mejorar la seguridad ciudadana o construir colegios y hospitales. Y, al igual que Fujimori, cerró el Congreso y fue aplaudido por la mayoría de peruanos.

Entonces, como dijo Enrique Ghersi, los ciudadanos ven la democracia como un estorbo. Se aplaudió cuando se cerró un Congreso de eruditos, de la misma forma que se aplaudió cuando se cerró un Congreso de sinvergüenzas. Tristemente, en el Perú, las leyes se interpretan de acuerdo al humor popular. Y, así, ningún país puede progresar.

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