"Un buen ejemplo es Martha Chávez, quien, sin pensarlo, descartará toda información que interprete como indicadora de responsabilidad criminal de Alberto Fujimori y automáticamente destacará cualquier dato que lea como indicador de inocencia".
"Un buen ejemplo es Martha Chávez, quien, sin pensarlo, descartará toda información que interprete como indicadora de responsabilidad criminal de Alberto Fujimori y automáticamente destacará cualquier dato que lea como indicador de inocencia".

El historiador griego Tucídides dijo que “los hombres tienen por costumbre (…) rechazar con razonamientos arbitrarios lo que no les gusta”.

Describe lo que hoy conocemos como el sesgo de confirmación. Es la tendencia cognitiva (inconsciente) de descartar lo que contradice lo que pensamos y acoger aquello que refuerza lo que creemos. El sesgo selecciona automáticamente en nuestra memoria y de la evidencia disponible, aquella información que confirma nuestras ideas. Y ante un informe o estudio ambiguo lo lee como si confirmara lo que decimos. Las redes sociales (particularmente Twitter) nos muestran este sesgo todos los días.

Todos somos, en distinto nivel, así. Un buen ejemplo es Martha Chávez, quien, sin pensarlo, descartará toda información que interprete como indicadora de responsabilidad criminal de Alberto Fujimori y automáticamente destacará cualquier dato que lea como indicador de inocencia.

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Este sesgo está ampliamente estudiado. Es una reacción automática y, usualmente, inconsciente. Todo indica que su origen es evolutivo. Dado que el cerebro consume mucha energía, usar el conocimiento existente y no cambiarlo ahorra esa energía. Y en las cavernas, con escasez de información, lo mejor es actuar con base en el conocimiento ya existente. En un mundo marcado por la supervivencia, seguir pensando como pensamos es lo más seguro.

Los individuos que reaccionaron así sobrevivieron más y con ello se reprodujeron más frecuentemente. Sus genes, incorporando el sesgo, han llegado hasta hoy incorporados en todos nosotros. Pero ahora vivimos en un mundo donde la abundancia de información recomienda ser menos terco y más abierto.

Usemos un ejemplo. Hace pocos días el Sr. Omar Cairo sentenció en Twitter que la razón por la que Perú no ha adquirido vacunas es por el tiempo perdido por el “golpe de Estado de Merino” y los días que tomó recuperar la senda democrática. No citó ninguna evidencia empírica. Si bien la vacancia puede haber contribuido algunos días a la demora, lo cierto es que la negligencia o dejadez venía de atrás. Es el razonamiento sesgado de quien tiene la creencia de que Vizcarra hace todo bien y los que lo critican están desinformados.

El sesgo de confirmación tiene efectos en todos los aspectos de la vida humana: la ciencia (sometiendo a la inquisición a Galileo por decir que la Tierra se movía y no era el centro del universo); lo paranormal (quien cree en fantasmas descarta inmediatamente toda explicación lógica, y quien no saca una, así no la haya verificado); la política (defendiendo nuestro candidato así quede muy claro que es un corrupto y estigmatizando al que es contrario a nuestras ideas); la superstición (experimentos muestran que quienes creen que la lluvia agudiza la artritis leen data que indica lo contrario como si confirmara lo que piensan) o en el derecho (los jueces tienden a fallar casos según la primera impresión que recibieron del mismo, descartando evidencia nueva que los llevaría a cambiar de conclusión).

Lo cierto es que la próxima vez que discuta con alguien, sea consciente de que puede ser víctima del sesgo de confirmación. La tolerancia y el razonamiento lógico pueden ser buenos antídotos para contrarrestar sus efectos.

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