¡La estabilidad, la estabilidad!
¡La estabilidad, la estabilidad!

El INEI reportó que la economía peruana creció 3.39% durante agosto, la tasa más alta de todo el año. Una de las razones es que el consumo familiar incrementó durante ese mes, algo que suele suceder cuando la incertidumbre da paso a la confianza. ¿Qué dirán ahora todos esos analistas y políticos apocalípticos que durante la primera mitad del año nos anunciaban, en tono de amenaza, que nos encontrábamos al borde del abismo económico? Para un buen grupo de ellos, muy cómodos con la correlación de fuerzas de ese momento, Vizcarra y todo el Ejecutivo tenían que inclinar la cerviz ante el fujiaprismo parlamentario, pues la tensión nos estaba transportando a la debacle total. ¡La “estabilidad”, la “estabilidad”!, repetían, ante la imposibilidad de encontrar otro argumento.

No me sorprendería que esos resultados económicos se mantengan luego de la disolución constitucional del Congreso, a pesar del contexto internacional al que siempre estamos atados. Hoy la confianza, dentro y fuera de nuestras fronteras, es bastante más tangible que en ese agosto premonitorio medido por el INEI.

Casi tres semanas después de la disolución del Congreso, aun seguimos a la espera de la catástrofe económica que anunciaban esos analistas y políticos si Vizcarra tomaba la decisión final. ¿Realmente creían que todo era culpa de la “dictadura vizcarrista comunista” y no de la cloaca que teníamos de Congreso?

Ojalá que esto sirva de lección para no seguir dándoles excesiva atención a tantos operadores mercantilistas que se visten de analistas independientes o políticos preocupados. Navegan entre el tremendismo y el activismo, dejando a un lado la sensatez. Lo que no quieren es perder espacios de poder... a costa del país. De esos hay demasiados. La evidencia, nuevamente, los deja fuera de lugar.

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