Los resultados proyectados para el desarrollo de la economía en el primer trimestre del año no son nada auspiciosos para el país.
El presidente del Banco Central de Reserva, Julio Velarde, ha anunciado cautelosamente esta nefasta realidad. “En el BCR estamos esperando un crecimiento cercano a cero (en el primer trimestre), que incluso podría ser negativo”.
¿Las causas? El propio Velarde se encargó de enumerarlas. Las violentas protestas que paralizaron seriamente el sur del país en enero y parte de febrero a las que se sumaron “los factores climáticos que afectaron en marzo”. Sobre lo primero, era previsible la relación causa-efecto, pues las vías terrestres, los centros de producción, algunas grandes minas, el turismo… es decir, casi toda la actividad económica se vio perjudicada por actos vandálicos llevados a cabo por grupos concretos de manifestantes que recurrieron a la violencia, no por reivindicaciones sociales, sino para levantar una plataforma netamente política.
Algunos dirigentes radicales de Puno, ligados a la Fenatep, la organización gremial del vacado expresidente Pedro Castillo, insisten incluso en volver a generar caos en esa región, pese a que la ciudadanía, tanto como los pequeños, medianos o grandes empresarios y comerciantes, están buscando, más bien, recuperarse de las pérdidas económicas y de empleos generadas por las protestas.
Sabemos que jamás llueve hacia arriba y que del olmo no caen peras, pero cabría esperar que esas dirigencias termocéfalas entraran en razón, atendiendo a la delicada situación de nuestra economía.
Y aunque de ilusiones no vive el ser humano, por el lado del Gobierno tampoco se ha visto una ofensiva de inversiones sociales para intentar cerrar brechas en las regiones del sur, especialmente en Puno. O en todo caso, si la están planificando, no saben comunicarla, transmitiendo así una sensación de falta de empatía y sensibilidad con el resto del país.
Sobre las lluvias, en los tres niveles de gobierno se hicieron evidentes la dejadez y la negligencia de ciertas autoridades, tanto en la prevención como en la ayuda. Se espera que, para el resto del año, el Ejecutivo presente una ruta o plan de reactivación, pues, como es obvio, si no hay crecimiento difícilmente habrá reducción de la pobreza.
Con lo cual el caldo de cultivo de la violencia social se pondrá más caliente que nunca.