En Trujillo no solo se ha reventado una bomba; en el último atentado a la Fiscalía de esa ciudad viene implosionando el Estado de derecho. Es en realidad, una tierra de nadie, donde la criminalidad y la delincuencia han tomado la ciudad, porque no hay autoridades y mucho menos una atención priorizada a la problemática de inseguridad ciudadana que viven los trujillanos.
Pero vayamos a la raíz de fondo de todo este desmadre y desgobierno, porque todo nos conduce a la irresponsabilidad y negligencia de la gestión del clan Acuña, que viene gobernando la ciudad, desde el gobierno regional, el municipio provincial de Trujillo y varios distritos, donde el partido Alianza Para el Progreso gobierna. Trujillo y La Libertad son prácticamente la chacra de los Acuña, que creen que con “la plata como cancha” va a poder atender los problemas de la ciudad de la eterna primavera.
Lamentablemente, ese discurso y ostentación de riqueza de los Acuña les ha redituado resultados electorales; fíjense nomás cuántos gobernadores regionales han tenido en los últimos 15 años, desplazando el poder del APRA que siempre había tenido el sólido norte como bastión; ahora César Acuña se ha perennizado en el poder, ya sea desde la gobernación regional o a través de familiares y allegados personales.
Han llevado a Trujillo y La Libertad a una situación insostenible, con tantas denuncias por corrupción y el inoperante manejo de la gestión del GORE. Hoy Trujillo es la ciudad más peligrosa del Perú, con altos índices de criminalidad y el desarrollo de economías que han jaqueado a la ciudad y la población está desesperada.
El problema es que, desde el Congreso, la bancada de APP es la que orquesta y se colude con lo más rancio de la derecha y la izquierda, para aprobar leyes a favor de los delincuentes. Recordemos que desde la presidencia del Congreso vienen cometiendo una serie de abusos y aprobando leyes infames. Basta recordar la Ley Soto, con la que se salvó su autor de ir a la cárcel.
Lo gracioso es que después del atentado en Trujillo, la mayoría de congresistas han salido iracundos a mostrar indignación y condenar el atentado, cuando son ellos parte del problema. Además, han abdicado de su función de fiscalización, teniendo ahí en sus manos la decisión de censurar al ministroll del Mininter, pero no les da la gana, porque justamente son los mismos que votaron para la continuidad del Reinfo y que se mantenga la minería ilegal.