POR IGNACIO MARIÁTEGUI

Es indudable el beneficio que genera el desarrollo del sector inmobiliario en la economía. La oferta requerida de los mercados inmobiliarios se traslada a la producción del sector construcción, generando bienes de capital, que permanecen en la economía y generan un flujo de servicios. El sector inmobiliario tiene dos tipos de efectos que impulsan el ciclo productivo: directos sobre inversión y empleo formal y, en segundo lugar, a modo multiplicador del consumo y acceso al financiamiento.

El desarrollo de este mercado requiere diferentes agentes, cuya participación ha estado limitada a grandes capitales para inversión directa o mecanismos de inversión indirecta con alta participación de inversionistas institucionales, pero, si tomamos como referencia las inversiones inmobiliarias administradas por FIBRA de US$15,000 millones en México, es evidente que el sector inmobiliario local está por debajo de su potencial, lo cual se demuestra en el limitado acceso a la inversión de personas naturales en la industria.

En ese contexto, los Fideicomisos de Titulización para la Inversión en Rentas de Bienes Raíces (FIBRA) surgen como medios de explotación inmobiliaria (generando rentas de alquiler), eficientes tributariamente, que cotizan en bolsa y generan rentas netas periódicas. El precio de sus certificados de participación es asequible, por lo que permite que tanto personas naturales como inversionistas institucionales inviertan según sus posibilidades.

Consideramos primordial que el desarrollo de los FIBRA permita cerrar las brechas de acceso al mercado inmobiliario y del desarrollo-penetración de la industria de bienes raíces a nivel local, logrando tangibilizar sus efectos potenciales en el crecimiento económico del Perú.

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