Ante ciertas voces afanosas, desinformadas o malintencionadas, mejor poner el parche: Vizcarra definitivamente tiene que convocar a elecciones generales a mediados de este año, y hacer todo lo que esté a su alcance para que estas se celebren el primer semestre de 2021 y para que el nuevo gobierno asuma el 28 de julio de ese mismo año. Naturalmente Vizcarra no puede ir a la reelección porque la ley y su compromiso se lo prohíben.

Aun en este contexto, no convocar a elecciones sería un harakiri democrático y una forma de darle razón a los conspiranoicos que siembran dudas sobre una supuesta estrategia para que Vizcarra se atornille en el poder. Hasta el momento no hay ni un motivo para creer en esas teorías, construidas desde la orilla de los derrotados en las últimas elecciones congresales, quienes viven dispuestos a sembrar dudas y desestabilizar, pero eso no significa dejar de estar atentos a que se cumplan las reglas del juego democrático.

Probablemente el JNE necesite ajustar los plazos electorales por una razón de salud pública, pero el objetivo tiene que ser que las elecciones se realicen. Las elecciones en USA siguen programadas para noviembre, así que si las llegan a realizar podremos aprender de su experiencia, aunque inevitablemente tendremos que desarrollar un nivel de adaptación con sabor local.

El desafío en ese proceso electoral venidero será acomodar la campaña a la nueva normalidad que encontremos al salir del confinamiento obligatorio, donde nada será como antes y el virus aún seguirá rondando. Como en la respuesta a la pandemia, a través del ensayo y error, tendremos que encontrar la forma más segura de organizar una campaña que permita exponer propuestas y atraer electores. Pero vayamos paso a paso que no sabemos qué nos espera ni el siguiente mes. Primero que se convoquen que la democracia tiene que continuar.