(Foto: AP)
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1). El neoliberalismo encontró en el Chile de Pinochet el laboratorio necesario para después influir en otros países de la región. El rápido crecimiento y estabilidad de la economía, control de la inflación, disminución de la pobreza y crecimiento de la clase media fue para no pocos un ejemplo a tomar.

Por eso la sorpresa de muchos ante el despelote actual. Una continua toma de las calles de las grandes ciudades, no por los pobres y ‘muertos de hambre’ sino por jóvenes provenientes de la clase media. Reclamaban un mejor nivel de vida, ante los aumentos permanentes de los servicios en el transporte, mejoras en la salud, educación y, también, principalmente contra la desigualdad entre los de “arriba” que controlan el poder económico y político a favor de ellos.

En realidad pedían una reforma profunda al actual statu quo, con el que no se sentían representados. En el fondo, una verdadera reforma democrática y hasta constitucional. Un lema levantado por los jóvenes “Nos quitaron tanto que nos quitaron el miedo” resume el desconsuelo y la indignación presentes en la protesta.

2). En Bolivia también se huele una crisis en torno al continuado cuarto periodo presidencial de Evo, declarado victorioso por el ente electoral al ganar en primera vuelta con más de 10% de diferencia al más cercano competidor, el expresidente Carlos Mesa. Este acusa de fraude y llama a la oposición a “una protesta permanente” en las calles. El oficialismo declara que se está preparando un golpe de Estado.

Recordar que Evo candidatea a pesar de que en el referéndum propuesto por él mismo, la mayoría votó en contra de la validez de su candidatura. Con triquiñuelas legales consiguió que “por un derecho humano” nadie podía ser impedido de candidatear. Su legitimidad había sido quebrantada.

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