(Foto: Hugo Pérez / @photo.gec)
(Foto: Hugo Pérez / @photo.gec)

No es ninguna novedad que en el Perú sufrimos una aguda crisis partidaria. La mayoría de agrupaciones son plataformas electoreras que cada cuatro o cinco años buscan una cuota de poder y no tienen una propuesta programática clara ni fomentan la competencia de militantes o la preparación de cuadros, sino que más bien promueven candidaturas individualistas, improvisadas y sin vínculo sólido con el partido. A estas alturas de la campaña, esto se hace más evidente.

Castillo se inscribió en Perú Libre apenas unos meses antes de la elección (Cerrón no pudo postular porque tiene una sentencia por corrupción), luego de que el partido lo buscara porque no tenía liderazgos claros. Castillo no tiene vínculo con el partido; es más, hasta el 2017 militaba en Perú Posible. Si a eso le sumamos que congresistas electos por Perú Libre han sido reciclados de otros partidos (Apra, APP, Todos por el Perú), no es difícil anticipar que difícilmente habrá cohesión en la bancada.

Es cierto que FP está mejor parado (más allá de su historial autoritario) y que tiene militantes y bases a lo largo del Perú, pero tampoco es que sea un ejemplo de un partido institucional y cohesionado. Al igual que la mayoría de organizaciones políticas, no promueve filtros adecuados, ni tampoco una línea de carrera que garantice cuadros solventes para los distintos cargos de elección. Sus listas al Congreso incluyen postulantes reciclados de otras organizaciones, y las distintas rupturas de su bancada en el Congreso anterior lo demuestra.

Si hay algo que rescatar, es que ha habido avances en la reforma de partidos: se aprobaron cambios en la inscripción, en el financiamiento, impedimentos para postular y se eliminó el voto preferencial. Algunas de esas reformas recién se aplicarán en la siguiente elección, con lo cual deberíamos ver cambios. Hay problemas que no se solucionan con cambios normativos; para eso se necesita una ciudadanía que exija compromisos a los partidos y que participe en política.