(Foto: Jorge Cerdán / GEC)
(Foto: Jorge Cerdán / GEC)

A una semana de las elecciones de alcaldes y gobernadores regionales, el debate entre los candidatos a la alcaldía de Lima mostró pocas luces y, en cambio, retrató mayoritariamente a políticos que mañosamente evadieron preguntas del público para hablar y prometer obviedades. Algunas incluso imposibles de cumplir, como no pocos medios y analistas comentaron después.

Hubo quienes, por ejemplo, arremetieron contra los entrevistadores cuando se les cuestionaba por sus procesos judiciales, como ocurrió con Daniel Urresti, que se victimizó luego de que le preguntaran por el caso del asesinato del periodista Hugo Bustíos. El postulante de Podemos Perú se centró durante gran parte del debate en sus propuestas contra la inseguridad ciudadana, pero la interrogante cae por su propio peso: ¿por qué no las puso en práctica cuando fue ministro del Interior?

Otros candidatos lanzaron propuestas fantasiosas para impactar en los electores menos informados, como Rafael López Aliaga, quien sin mayores detalles ofreció desarrollar, bajo su gestión, un Corredor Metropolitano de Carabayllo hasta Plaza San Miguel. El candidato de Renovación Popular fue impreciso para explicar este planteamiento y por momentos hasta confuso en su alocución.

A ello se sumó el uso del tiempo del debate para otros fines, como lo hizo Gonzalo Alegría, quien se presenta por el conglomerado izquierdista Juntos por el Perú. El vástago del escritor Ciro Alegría, como él mismo se definió hace unos días, aprovechó más de una ocasión para defenderse de la grave denuncia por agresión que le hizo su propio hijo.

Eso, entre lo más saltante de un debate deslucido, accidentado y en el que se echaron en falta propuestas prácticas, de meridiana viabilidad y una visión de ciudad coherente, de cara al sigo XXI, pero también a la coyuntura que vive el país.

Sin embargo, es bueno recordar que en democracia estamos en capacidad de elegir y que siempre quedará la opción de apostar por las alternativas más alejadas del populismo y de los extremos, que tanto daño están haciendo a nuestro país. La ciudad merece un manejo responsable, realista, acorde a los tiempos críticos que se vienen. Que lo terminen de entender los candidatos, pero también la ciudadanía.