La OMS ha rechazado el uso generalizado de las mascarillas argumentando que “no hay riesgo” de contagiarse del virus si no se las usa en la calle. Por lo tanto, solo la recomienda para el personal de salud y para los infectados y evitar así los contagios. Sin embargo, sabemos que hay muchos infectados que son asintomáticos e igual pueden contagiar. Esto hace inútil y peligrosa esta recomendación que también comparten otros epidemiólogos.

El director del Centro Chino para Control de Enfermedades indicó que el gran error en EE.UU. y Europa es que las personas no usan mascarillas. Indica que ellas no solo sirven para proteger a los sanos de infectarse sino también para que los infectados que no lo saben no contagien a los sanos y para minimizar la carga viral de un contagio. El análisis de cifras sobre contagios indica que la mayoría de ellos provinieron de infectados asintomáticos. Todos debemos llevar mascarillas o, al menos, alguna forma de cubrebocas.

La preocupación por una escasez de mascarillas para los empleados de la salud habría llevado a recomendaciones absurdas como esa. El uso de las mascarillas fue un elemento importante de la contención en China, conjuntamente con una estricta cuarentena, pruebas masivas a las personas y lavado de manos. EE.UU. acaba de cambiar su posición al respecto.

Los chinos las inventaron en 1910 para protegerse de la peste neumónica que azotó Manchuria en 1910 y luego se utilizó intensamente en 1918 durante la peste española. En muchos países asiáticos es común su uso para protegerse de la contaminación.

El gobierno anunció que toda persona que sale a las calles debe usar mascarillas o algún cubrebocas y que la industria textil los fabricará con estándares mínimos. Buena decisión, ya que es necesario usar todos los instrumentos que podamos para reducir las infecciones, además de reforzar un sentido de deber cívico mutuo ante una amenaza común. Nuestra gran falencia es el número reducido de pruebas.

TAGS RELACIONADOS