André Carrillo, uno de los mejores del partido, lamentándose la derrota. (Reuters)
André Carrillo, uno de los mejores del partido, lamentándose la derrota. (Reuters)

El ambiente previo era alucinante, una invasión de peruanos asaltó la pequeña Saransk con la ilusión de ver a Perú en el Mundial después de 36 años. “Contigo, Perú”, cincuenta minutos, y el himno antes de empezar el partido fueron cantados a viva voz en un momento que quedará para siempre en la memoria de los que estuvimos en el estadio.

Empezó muy bien el equipo, velocidad para circular la pelota, amplitud para atacar, inmediatez para recuperar la pelota. Yotún mandaba en el partido, se jugaba a su ritmo. Alternaba cambios de lado con juego corto. El equipo asociaba bien, faltaba llevar todo eso a situaciones de gol. Recién a los 20’ del primer tiempo, Dinamarca se sacudió del dominio y empezó a manejar la pelota. Rodearon a Tapia, que no la encontraba, y pasamos a ser dominados.

Se moría el primer tiempo y llegó la jugada decisiva del partido. La jugada que marcó un quiebre. Elaboró Perú, con criterio y paciencia. Llegó Cueva al área, metió un freno hermoso, pasó de largo Poulsen y en el camino lo pisó. El mediocre Gassama no cobró, el banco peruano se desesperó y apareció el VAR por primera vez en la historia del fútbol peruano. Revisan y se hizo justicia, penal para Perú. Minuto 45, gol psicológico. Se para Cueva, engaña a Schmeichel, pero le entra muy abajo y la tira arriba. A este nivel, fallar una tan clara es un pecado mortal. Fallan los que patean, Cueva es de los valientes que no le escapan a la responsabilidad. Seguíamos 0-0 y a levantar la cabeza del ‘8’.

Empezó el complemento sin cambios, pero de nuevo con Dinamarca más consistente. Paolo calentaba el cambio y, en el 59’, la segunda y definitiva fatalidad. La perdemos por derecha, Eriksen vuelve a ganarle la espalda a Tapia, Poulsen mete la diagonal, se queda enganchado Trauco, regala el primer palo Gallese y esa suma de errores, más la virtud del danés, terminan en el 1-0.

Guerrero por Flores y a sacudirse. Nos tomó unos minutos, pero los últimos 30’ fueron muy buenos. Cueva por izquierda y Carrillo por derecha ganaron varias veces. Farfán una vez, Paolo dos, Rodríguez de cabeza y varios rebotes. No era el día, la pelota no iba a entrar. El equipo luchó hasta el final, dejó todo, pero esta vez no sucedieron cosas.

Las sensaciones son de bronca, impotencia, cólera. El equipo nos representó, jugamos a la nuestra, fuimos protagonistas. Superamos en muchos pasajes al rival. El arquero de ellos fue la figura del partido. No terminó de ser un gran partido, porque la efectividad no es un detalle menor del juego, es un aspecto fundamental y Perú no la tuvo. Igual, el equipo volvió a demostrar que está para jugar y pelear contra cualquiera. Un partido más va a haber. Feliz Día del Padre y feliz cumpleaños, Daniel, hoy (ayer) cumplías 49, anoche extrañé más que nunca que me dijera: “No sé si es justo, solo sé que es cierto”.

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