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Redacción PERÚ21

redaccionp21@peru21.pe

Fritz Du Bois,La opinión del directorUno siente que ayer el Poder Judicial en algo se ha reivindicado. Las decisiones que adoptaron las salas con respecto a Eva Bracamonte y a Rosario Ponce han compensado, al menos en parte, a dos personas que han sido víctimas de maltratos innecesarios.

En ambos casos la posición de policías, fiscales y magistrados pareció influenciada por algunos sectores de la opinión pública que, con cierto prejuicio, apuntaron el dedo desde un inicio a las jóvenes mujeres involucradas. La primera por tener una pareja homosexual en quien ella se respaldaba y a quien encargó la empresa de su madre al poco tiempo de que esta fuera asesinada. Mientras que la segunda era una madre soltera sin muchas ataduras y cuya evidente confusión luego de haber estado varios días extraviada fue intencionalmente mal interpretada. El hecho es que una ha pasado 47 meses de encierro, mientras que la otra ha sufrido un verdadero infierno durante los últimos 2 años.

Ahora tenemos que de los siete jueces que estudiaron el expediente Bracamonte en la Suprema ninguno ha planteado que el fallo de primera instancia sea confirmado. En lo que respecta a la muerte de Ciro Castillo, que mantenía a Rosario Ponce como sospechosa, luego de múltiples idas y venidas en la actualidad, existe unanimidad de que hace muchos meses que el caso debió haber sido archivado.

Por otro lado, una lección que no debemos dejar pasar de episodios como estos es la dificultad de investigarlos y de administrar justicia de un modo adecuado. Se podría usar esta experiencia para tratar de diseñar procedimientos judiciales que permitan blindar algunos casos mediáticos. En realidad, es poco probable que se pueda actuar con la necesaria objetividad cuando los encargados del proceso son el centro de atención de los medios durante bastante tiempo, lo cual sumado a la presión de los prejuicios que aún arrastramos, sin duda, terminan influenciándolos.